Nada más ni nada menos que 42 curiosidades sobre la capital de Cantabria, su historia y sus escenarios más peculiares. Texto extraído de una visita de 1º de ESO a Santander en autobús, promovida por el Ayuntamiento de Santander y la Consejería de Educación.
- Santander se llamaba «Portus Victoriae».
- La calle Burgos es una zona comercial.
- A la Catedral se entra por el claustro.
- Debajo de la Catedral hay restos romanos.
- Las cabezas de nuestros santos se pararon en la Catedral.
- La Catedral está encima de una colina.
- Junto a la Catedral se construían barcos.
- Los dos únicos edificios importantes que se salvaron del incendio de Santander (1942) fueron el de Correos y el Banco de España.
- Al incendio de Santander se le conoce como el «Andaluz» porque empezó en la calle Cádiz y terminó en la calle Sevilla.
- Un buque con 30 toneladas de dinamita (El Machichaco) explotó y hubo 500 muertos y 2.000 heridos.
- En el Paseo de Pereda hay ejemplares de cada una de las especies de árboles que hay en Cantabria.
- Uno de ellos es el tejo, que tiene las hojas venenosas.
- Los grabados que vemos rodeando al busto de José María de Pereda, representan escenas de sus obras.
- Concha Espina fue la primera mujer escritora convocada para el «Premio Nobel».
- La bahía de Santander era el doble de grande de lo que es ahora; era una de las más grandes de Europa.
- El «Club Marítimo» también era el doble de lo que es ahora.
- Los únicos restos de la fábrica de gas son la puerta de piedra que hay al principio de la «Cuesta del Gas».
- El Planetario es uno de los muchos museos gratuitos que hay en Santander.
- Los chalets que hay a la izquierda del paseo de Reina Victoria se construyeron para los nobles que venían a veranear con el Rey Alfonso XIII.
- La playa de «Los Peligros» se llama así porque allí entraban los piratas para robar.
- A la playa de «Los Bikinis» se le dio este nombre porque allí iban las extranjeras que venían a la Universidad de verano. Ellas se ponían en bikini a tomar el sol, y como aquí esta prenda todavía no se usaba, los chicos iban a verlas.
- Sobre la isla de la Horadada la leyenda cuenta que cuando cortaron la cabeza a S. Emeterio y a S. Celedonio, las arrojaron por el Ebro abajo en una balsa. Se dice que las cabezas dieron la vuelta a España hasta llegar a la bahía de Santander. Dicen que la balsa chocó contra la roca y así se hizo la forma de túnel que tiene.
- En la isla de Mouro crece una planta curativa llamada «Perejil de Mar».
- El Palacio de la Magdalena es de estilo inglés.
- El Palacio de la Magdalena tiene 365 ventanas.
- José del Río (El Poeta del Mar) se caracteriza por sus botas grandes, su pipa y su libro.
- El Casino se hizo en el tiempo récord de un año.
- A los jardines de Piquío se les llama así porque tienen la forma del pico de un barco entrando en el mar.
- Los jardines de Piquío por la noche están muy bien iluminados y esto los hace aún más bellos.
- En la Plaza de Colón está representado en relieve el mapa de Cantabria.
- En el Sardinero hay dos playas, llamadas la primera y la segunda. A la primera iba la nobleza y a la segunda el pueblo llano.
- En Mataleñas hay un campo de golf que fue uno de los primeros de España.
- El faro de Cabo Mayor tiene 30 metros de altura.
- La cruz que está al lado del faro, es un homenaje a las personas que tiraron por allí durante la Guerra Civil española.
- El monumento a «La Sardinera» con el «carpancho» representa a las sardineras que hace años vendían allí, cuando el pescado que traían los barcos se descargaba en Puerto Chico.
- El agua del mar llegaba hasta la Plaza de Pombo.
- El edificio del Banco de Santander no es simétrico, porque no se construyó todo de una vez. Primero se hizo la parte derecha, luego mandaron hacer el arco y la parte izquierda, pero le falta un balcón.
- Había un río que dividía a la ciudad en dos partes a la altura del Ayuntamiento.
- El Ayuntamiento era un convento.
- La farola de la Plaza del Ayuntamiento representa en sus esculturas las cuatro estaciones.
- La estatua de Franco es una de las pocas que quedan en España.
- Marcelino Menéndez Pelayo dijo que lo único que sentía de dejar este mundo, era todos los libros que le quedaban por leer.
Reportaje fotográfico: María Luisa Sanjuán
Trabajo original