Desde que los inmigrantes (ecuatorianos, chinos, argelinos…) comenzaron a principios del pasado febrero con sus reivindicaciones mediante encierros en iglesias que duraron semanas, manifestaciones, reclamando sus «papeles», se han conseguido algunos puntos clave:

Derechos: Se limita el de asociación, huelga, manifestación, sindicación para los irregulares pero todos tendrán el amparo de los tribunales.
Embarazadas: No serán devueltas ni expulsadas cuando esto suponga un riesgo para el bebé.
Expulsión: La estancia ilegal es motivo de expulsión que se concretará a las 72 horas explicando los motivos de negación del visado.
Participación: Las comunidades autónomas determinarán con la Administración Central el contingente de inmigrantes.
Permisos: Se amplía de dos a cinco años el tiempo para obtener la residencia.
Reagrupación familiar: Podrá solicitarlo sólo el que se encuentre en España.
Sanciones: A los que transporten inmigrantes ilegales y cierre de negocios en los que trabaje gente sin papeles.
Visados: La administración indicará los plazos y recursos. Los visados de estancia se podrán obtener en la frontera.

Pero de lo que realmente muchos no son conscientes es de donde han surgido estas personas que han ocupado los medios de comunicación. Durante meses hemos oído, visto, leído noticias sobre este tema y las reivindicaciones que hacían, que ha dado lugar a una gran polémica, pero lo que realmente importa, y de lo que apenas se habla, es del origen del problema y es que hay muchos intereses económicos por encima incluso de la integridad física de las personas.

Según un reciente informe de la ONU, las causas de la migración son los conflictos bélicos, penurias económicas, la falta de libertad política y las catástrofes naturales. Todo ello da lugar a que en el mundo haya de 15 a 30 millones de personas que se ven obligados a emigrar y empezar de cero. Algunos de estos casos nos pueden servir de ejemplo:

Los problemas de hambre de los Kurdos han dado lugar a que de uno a dos millones emigren a Alemania. En las guerras de la ex Yugoslavia: dos millones de personas emigraron hacia la UE. Las guerras del Cáucaso dieron lugar a la emigración de más de millón y medio de personas.

En Afganistán, durante sus 20 años de continuas guerras, tres millones de personas no tuvieron otra salvación que refugiarse en la India, un país realmente pobre al que cada vez más se le acumulan las decadencias debido en parte a que diariamente llegan a Bombay varios miles de personas en busca de trabajo, en busca de una oportunidad.

De la ya olvidada guerra de Ruanda 1,7 millones de personas que consiguieron a duras penas llegar a Marruecos ahora intentan cruzar el estrecho de Gibraltar, recorriendo España entera llegando incluso a Centro Europa en busca de algún recurso para sobrevivir.

Se podría seguir enumerando gran cantidad de conflictos, culpables de estas escalofriantes cifras de las cuales sólo un pequeño porcentaje consigue por reivindicaciones que alguien les preste un mínimo de atención ya que la inmensa mayoría no llega al final del camino.

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