‘Y tú, ¿qué le pides al 2000?’ es un original relato sobre la repercusión en nuestras vidas del cambio de milenio. ¿Qué va a ocurrir? ¿Qué nos va a ocurrir? Es aquí donde entran los dos síntomas de la fiebre milenaria.
Mantente alerta, pues es contagiosa. Toma precauciones, que si bien no mortal, si es peligrosa. Casi todos la pasamos, aunque solo algunos la sufren. Flota en el aire, se siente su presencia. Acosa y acosa hasta que te derriba. No la llores, no la temas, pero por favor, respétala. A golpe de noticia nos llegó y de la misma forma nos abandonara. Tan solo unos meses de existencia, tan solo nerviosismo Los organismos sanitarios apenas si la conocen, apenas si la advierten. Puede que desconocida, puede que cosa del momento, pero sus estragos todos los sentimos. No es una enfermedad al uso, aunque los síntomas, gripales se simulen. No podrás vacunarte, por que no es tu sangre quien la lleva. Se apodera de tu cerebro, lo revuelve y lo abandona. Tan solo dos síntomas la distinguen, el tecnológico y el moral.
Sí, es ella, la fiebre milenaria.
Milenaria por ser el motivo y fiebre por su semejanza epidémica. El fin de un año y el comienzo de otro es algo rutinario, lo vivimos cada 365 días, pero este año, este año, es diferente, singular. Sólo unos pocos privilegiados asisten al cambio de milenio, tan solo algunos podrán repartir los años de su vida entre dos unidades de millar distintas. Para algunos pura anécdota, para otros algo incomparable, sublime.
Pero obviando los simbolismos personales, pensemos en la perspectiva global, la visión autocrítica de eso que llamamos sociedad. El milenio se ha convertido en tema constante de portada, y quizás no tanto por derecho propio como por otorgado. ¿Por qué se ha impregnado el cambio de milenio con ese aroma de misticismo?¿Qué va a ocurrir? ¿Qué nos va a ocurrir? Es aquí donde entran los dos síntomas de la fiebre milenaria.
Primero mencionamos el síntoma tecnológico y quizás el que menos debería preocuparnos. De todos es sabido, gracias a los siempre persistentes y alarmistas medios de comunicación que en el ámbito informático el paso al 2000, va a plantear una serie de retos. Y sí, digo retos y no problemas. La moderna maquinaria digital no contemplaba el paso al año que se aproxima, tenían muchos sistemas el 1999, como año fijado de jubilación anticipada. Pues bien cosas de la regulación de empleo y parece que para felicidad de casi todos y respiro de otros tantos, no habrá muchos despidos y tras bastantes esfuerzos todo seguirá más o menos como de costumbre, o sea tirando, que ni bien, ni mal. Una vez más el esfuerzo colectivo consigue superar cualquier reto planteado.
Pero dejemos a un lado el tema tecnológico, porque sin duda toda la expectación que ha despertado el cambio de milenio no se circunscribe al campo informático, ni mucho menos, ése es tan solo uno de los síntomas de la fiebre milenaria. Es la hora del síntoma más peligroso y este sí que amenaza aunque sólo sea en casos aislados, en volverse mortal. Teme por tanto al síntoma moral.
Flota en la atmósfera una opinión o más bien una sensación de que el cambio de año, el cambio de milenio que de eso se trata, va a significar algo más que un mero cambio de fecha. Se oyen, leen y ven todo tipo de noticias, pensamientos de armonía para el siglo XXI, celebraciones fastuosas, disputas por saber en qué lugar del globo comenzará antes el año, sectas que planean suicidios colectivos y mil historias más, las hay para todos los gustos. ¿Pero qué es la que va a cambiar realmente?¿Por qué se desea tanto el cambio milenarista?.
La sociedad humana del 31 de diciembre de 1999 será la misma que la de veinticuatro horas más tarde. Así pues sus pensamientos, emociones y sentimientos no habrán cambiado, podrán contar a sus nietos que vivieron en dos siglos diferentes, en dos milenios diferentes, pero ellos, su propio ser será el mismo, el que era, será. Por tanto, quizás no debamos preocuparnos tanto por el 2000 y el efecto 2000 y sí por lo que somos, por lo que legamos. Si deseas luchar por un futuro mejor, puedes hacerlo pero no hace falta que esperes al próximo siglo, hazlo hoy, mejora hoy, quizás así recojas los frutos el próximo milenio. Vive cada minuto, no como si se tratase del ultimo, sino como lo que realmente es un instante irreemplazable de tu vida, un momento que si dejas pasar, no podrás disfrutar. Lucha por ti, lucha por tu futuro, que a ti te pertenece y solo tú lo puedes construir. Valora lo que tu esfuerzo te ha hecho alcanzar, lo que te ha dado, pero sobre todo valora lo que tienes, de lo contrario quizás solo llegar a atisbar su valor, su importancia, cuando su carencia te muestre el vacío. Olvida la fiebre milenaria y preocúpate por tu fiebre personal.
El 2000 aun y con todo traerá revuelo, no sé si consecuencias (yo creo que no tantas), pero parece y de hecho es, el milenio, la excusa idónea para magnificar y engrandecer la tradicional celebración de fin de año, aunque eso ya sea mera cuestión personal y ahí no entro, por lo menos hoy. Bueno, si me lo permitís sólo una ligera acotación y es que me pregunto: ¿de los millonarios proyectos conmemorativos que se están desarrollando en multitud de países se donará también el 0,7% a los países del llamado tercer mundo, que por mucho que lo queramos alejar sigue siendo también el nuestro? Aunque claro, la fiesta va por barrios y siempre hubo clases.
No deja de ser preocupante la extrema polarización no sólo de la sociedad humana, sino sobre todo de sus sentimientos, de sus reacciones. Obviamos situaciones extremas, hambre y guerras, para atender en primera plana, en portada, en primicia el cambio milenario, sus celebraciones y gastos. Resulta lógico preocuparnos por los problemas de nuestra sociedad, pero eso no otorga licencia al olvido, por que el sufrimiento ni olvida, ni perdona. El bagaje con que nos quedemos, el balance que hagamos quedará para nosotros, pero nada más, poco podemos nosotros cambiar y poco o nada va a cambiar.
El 1 de enero del 2000 la fiebre milenaria irá remitiendo, será entonces y solo entonces cuando sepamos de su alcance real y de sus consecuencias constatables y sufribles. El horizonte milenario, cada vez más cercano, pocos cambios prevé. Mira de frente al futuro y pregúntate, ¿qué le pido yo al 2000?
No esperes la respuesta, búscala y lucha por ella.