Los inconvenientes que pueden provocar los móviles son muchos y muy variados. Con esto vemos que no todos los avances son positivos, ya que algunos tienen consecuencias muy negativas que las pagamos con nuestra propia salud.

No es oro todo lo que reluce en el asunto de los móviles. Sus campos electromagnéticos son un millón de veces mayores que la radiación solar, que ya es decir. Vamos, que los habitantes de las ciudades estamos como en un microondas que, aunque nos churrusque de golpe, nos va cocinando poco a poco.
No se ven, no huelen a nada, no se pueden tocar, pero existen, vaya si existen. Son las radiaciones electromagnéticas generadas por los cables de alta tensión y las emisiones de las ondas utilizadas en la telefonía móvil. Nos pueden causar, y de hecho lo hacen, multitud de problemas en nuestra salud. No en vano, varios especialistas aconsejan «no guardar el teléfono móvil en un bolsillo próximo al pecho, o en el cinturón, cerca del hígado, los riñones, los testículos o la matriz, porque la radiación de microondas puede romper los cromosomas donde quiera que estén». Esta afirmación, no está todavía demostrada por estudios concluyentes pero es compartida por numerosos expertos, aunque todos coinciden en matizar que depende de la potencia del aparato, del tiempo de uso y de la proximidad del mismo al cuerpo.

Todos aquellos que hayan utilizado alguna vez un teléfono móvil sabrán de primera mano algunos de los efectos indeseables de las microondas que emiten. Mientras el teléfono está en espera, no hay apenas señales. Pero justo antes y durante una llamada telefónica, el ordenador parpadea, el teléfono normal se satura, la radio se bloquea… Se producen ruidos extraños y se percibe que algo pasa en el ambiente.
Hay personas que afirman notar esas radiaciones a cierta distancia. No es extraño si se tienen en cuenta que los campos electromagnéticos de la telefonía móvil son, como hemos dicho antes, un millón de veces superiores a las radiaciones del sol. Esta sensación apenas se percibe cuando se está en la calle, pero empieza a poder considerarse como contaminación cuando se siente en una biblioteca, un autobús o cualquier lugar cerrado. De hecho, hay personas que se consideran alérgicas a los teléfonos móviles, ya que se han dado cuenta de que son los culpables de sus migrañas y sus insomnios. Este tipo de alteraciones si está demostrado, pero se piensa que los efectos de los móviles pueden ir más allá, llegando a causar a largo plazo permeabilidad cerebral y alteraciones en las células con el riesgo asociado de diversos tipos de cánceres.

De momento, ya se han impuesto una serie de prohibiciones lógicas: ya no se pueden utilizar los móviles en los aviones. La causa: sus microondas son capaces de alterar el sistema informático del aparato y provocar un accidente.
En algunos hospitales hay limitaciones, especialmente en las salas de tratamiento intensivo, porque también pueden alterar los sistemas electrónicos que mantienen vivo a un paciente.
Otras prohibiciones están relacionadas con normas básicas de educación, como alterar el visionado de una película o de una obra de teatro, o romper el silencio de un restaurante. No sería de extrañar que, en el futuro, hablar por teléfono en un autobús sea considerado tan contaminante como encender un cigarrillo.

Los móviles han tenido una gran repercusión en todo el mundo porque, ¿quién no tiene hoy en día un móvil? La aparición de este artilugio, como la de tantos otros, ha sido una auténtica revolución, pero claro como ya hemos dicho tiene sus inconvenientes.

Vivimos en una sociedad muy habituada a frecuentar con móviles. Al principio, solo hacían uso de él aquellas personas que por su trabajo lo necesitaban, pero ahora lo tienen tanto jóvenes como adultos. Incluso me atrevería a decir que lo utilizamos más los adolescentes. Para nosotros es una forma de mantener viva nuestra comunicación con nuestros amigos al igual que Internet.

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