El sábado día 15 de noviembre de 1997 apareció una gran ballena de casi veinte metros de longitud y setenta toneladas de peso, aproximadamente, en la playa de Oriñón.

Ese día estaba de guardia, como todos los fines de semana, en la Cruz Roja. Sonó el teléfono. Era el coordinador del Servicio de Bomberos de Castro, que pidió un vehículo con su conductor y sus dos correspondientes socorristas para colaborar en las tareas de rescate.

Salimos hacia el local de bomberos. Una vez allí, y después de preparar el material necesario, nos dirigimos hacia Oriñón. Al llegar había gente tapando al cetáceo con toallas y mantas húmedas para que aguantase con vida. Al ver que las mantas no eran suficientes, una de las personas que estaban en el lugar del rescate se ofreció a darnos un rollo de tela de cincuenta metros para taparlo mejor y mantenerlo con vida.

Unos policías municipales nos pidieron dos colirios para la ballena. Tuvimos que ir a Castro a por ellos y, al regresar, ya habían llegado los biólogos marinos así como mucha gente á·s, tanto de Castro como de otras ciudades y pueblos. La ballena estaba a 120 metros de distancia del agua. Los bomberos la mantenían viva echándole agua con una bomba conectada a la ría.

También nos estuvo ayudando una excavadora para ver si mediante un empalme a la ría se la podía sacar o mantenerla hasta que subiese la marea (18:00 aproximadamente). A las tres de la tarde nos trajeron los bocadillos para comer.

De repente ocurrió algo espectacular: la marea subió hasta alcanzar la aleta y el cuerpo de la ballena. Nos quedamos asombrados. Cuando la ballena notó cómo las olas tocaban su cuerpo, empezó a pegar aletazos al aire, a levantar su enorme cabeza. En pocos minutos ya la cubría la mar. En ese momento intentamos sacarla mar adentro y fue cuando empezó la intriga. La gente preguntaba: ¿se ha muerto?, ¿sigue viva?, ¿qué le pasa? Al ver que la cubría la mar y que no hacía nada, la embarcación de la Cruz Roja la intentó llevar hacia fuera, pero la ballena se quedó tripa arriba.

Al comprobar que había fallecido, y ante la desolación y la tristeza de la gente, los miembros de Salvamento Marítimo la engancharon a varios barcos que la remolcaron hasta Santander.

Yo también me puse muy triste. En uno de los momentos del rescate, mi compañero y yo estábamos hablando al lado de la ballena, mirándola y viendo cómo ella también nos miraba, pareciendo que nos guiñaba el ojo. Sentí una gran impotencia al no poder salvarla. Es difícil de explicar. Fue una gran experiencia tanto para mí como para toda la gente.

En este rescate participaron: Cruz Roja, Cruz Roja del Mar de Castro, Servicio de Bomberos, Protección Civil de Baracaldo, Guardia Civil, Guardia Civil de Protección de la Naturaleza, Guardia Civil Marítima, Salvamento Marítimo de Santander y de Arriluce (Getxo), Policía Local, Biólogos Marinos, y todos los voluntarios que se ofrecieron a rescatar e intentar salvar a la ballena.

Ilustración: Nuria Martínez. 1º de ESO. C. Compañía de María

 

Trabajo original