Algunos la llamaron El mal de Nuestro Siglo, pero la depresión parece ser también el mal del milenio. Este padecimiento ha incrementado su incidencia en niños y jóvenes y afecta más a las mujeres que a los hombres.

¿Cuántas veces nos hemos sentido con un muy bajo estado de ánimo y la dificultad para disfrutar de situaciones que habitualmente nos despiertan alegría, con pérdida de interés hacia los mismos y hacia la vida? Ojalá que ninguna, pero lo más seguro es que por lo menos una vez lo hemos sufrido y es que estos sentimientos se presentan en todos y cada uno de los seres humanos, a veces ante un evento desagradable, otras ante una frustración, estrés continuado, una pérdida de trabajo o la de un ser querido y a veces ni sabemos por qué: Simplemente tenemos una sensación desagradable, abrumadora y de abatimiento. Esta sensación es llamada por los expertos Depresión.

Nadie está exento de sufrir algún tipo de depresión, ya que puede presentarse en cualquier época de la vida, incluyendo la niñez. Este es un trastorno muy frecuente reportado tanto en población general, como e n los hospitales.
La depresión, se presenta más en mujeres que en hombres, en una proporción de 2 a 1. Esta diferencia se ha tratado de explicar además de que la mujer, por su naturaleza, posee una mayor sensibilidad. Si no se sabe orientarla puede causar daño en su persona y a quienes le rodean.

Este padecimiento ha incrementado su incidencia en niños y jóvenes. Tradicionalmente se pensaba que el riesgo de depresión aumenta con el tiempo de vida de un sujeto, es decir, mientras mayor sea el individuo, más susceptible a la depresión. Sin embargo, los resultados de varios estudios han demostrado una prevalencia considerablemente más alta en personas jóvenes que en ancianos.
Esto, es una pena muy grande y muy grave, pues los factores psico-sociales influyen de forma importante para que este síndrome se presente. Dentro de estos factores encontramos: baja autoestima, soledad, estrés, frustración, engaño, faltas de respeto, violencia, dolor, agresión, etc.; sucesos que lamentablemente los niños viven cada vez a más temprana edad a causa de sus padres, hermanos, vecinos y muchas veces de los medios de comunicación.

Las personas deprimidas muestran tasas de mortalidad 2 a 3 veces más altas que las de población en general debido a que presentan una mayor tendencia a enfermarse, a sufrir accidentes, a descuidar tratamientos para enfermedades.
La depresión puede estar enmascarada por situaciones como: crisis matrimoniales, alcoholismo o abuso de drogas; vértigo, ansiedad; síntomas mentales como: ideas obsesivas, fobias, celos y comportamientos posesivos y dolores de cabeza, etc.
Es importante tomar en cuenta que la depresión se manifiesta de diferentes maneras en cada persona y de acuerdo a su edad, sin embargo, debemos estar al pendiente de que una actitud negativa constante en un ser humano podría significar un tipo de depresión.

 En algunas personas la depresión puede ser tan grave que domina sus vidas hasta el punto que les impide enfrentarse a las mismas en su forma habitual y les lleva, en ocasiones, a considerar que no merece la pena vivir o que los demás estarían mejor sin ellos. Esto no es darse por vencido, y acusar a estas personas de compadecerse de sí mismos. Cuando la depresión alcanza este grado constituye ya una enfermedad que precisa de tratamiento, es entonces el momento en el cual se necesita pedir ayuda.

Una persona depresiva no debe quedarse sola. Es necesario buscar la compañía, confiar en alguna persona; siempre es mejor que estar solo y no hablar con nadie. La persona deprimida que ha recibido recientemente malas noticias, o ha experimentado un trastorno importante en su vida, debe contárselo a personas cercana, contarle que
pasó y como se siente al respecto. Esto ayudará a revivir la experiencia dolorosa varias ocasiones, facilitará el llorar, y posibilitará el poder encontrar soluciones. Todo esto forma parte del mecanismo natural de la mente para curarse.
Una solución fundamental es formar parte de actividades que ayuden a sentirse mejor. Salir de casa y hacer ejercicio ayudan mucho, aunque sólo sea el dar un largo paseo, ir a un juego deportivo o participar en actividades recreativas, religiosas, sociales o de otro tipo. Todo esto puede ayudar, así se mantiene el individuo físicamente en forma, ocupado y probablemente dormirá mejor. Al aumentar el nivel de actividad la persona comprende poco a poco que no está incapacitada.

En la depresión no apetece comer. No importa. La fruta fresca y las verduras están especialmente recomendadas. Las personas con depresiones graves pueden perder peso y perder sus reservas de vitaminas, lo cual les hará sentirse peor.

El alcohol acaba por deprimir más, a pesar de que inicialmente y durante un breve período de tiempo pueda dar la sensación de un aparente  alivio. Una persona deprimida que consume alcohol no buscará la ayuda adecuada para su trastorno y dejará de buscar alternativas a sus problemas, además de que será malo para su salud física.
Hasta que exista una mejoría importante en la depresión deben posponerse decisiones y cambios importantes tales como cambiar de trabajo, casarse, etc.
Hay que tomar en cuenta la depresión, y no tratar de asumir una cantidad excesiva de responsabilidades.
La familia y los amigos con frecuencia desean saber cómo podrían ellos ayudar a la persona deprimida. Es muy importante ser buen oyente. Dedicar tiempo a las personas deprimidas, animándolas. Restablecer la confianza y transmitir la seguridad de que podrá salir adelante es de gran ayuda,.
La convivencia familiar, el apoyo, el cariño, son la mejor medicina para una persona que sufre depresión. El apoyo terapéutico y farmacológico también puede ayudar.

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