Aún quedan héroes, personas dispuestas a ayudar al prójimo en situaciones de peligro. Con este artículo se quiere recordar a todos aquellos que hacen que nos sintamos orgullosos de nuestros semejantes.
Uno de esos héroes es este del que aquí os voy a hablar. No ha aparecido en ningún periódico, aunque su actuación aquel 12 de octubre de 1.997 fue muy noble.
Estaba él paseando por el parque, como solía hacer todos los días de ese cálido otoño, cuando escucho varios gritos, se fue acercando cautelosamente y vio cómo dos skinheads estaban pegando una paliza a un pobre anciano. Él, que era un buen deportista, no se lo pensó, y fue rápidamente a defender al desvalido anciano.
Después de una discusión, y una pequeña trifulca consiguió que huyesen no sin haber recibido varios golpes de consideración, por fortuna para el buen anciano, no le habían robado su pensión (que acababa de cobrar), y aunque fueron casi inmediatamente a denunciar los hechos, la policía nada pudo hacer, ya que no tenían ninguna descripción completa sobre los «vándalos».
Hechos parecidos al que acabo de relatar no suceden a menudo, ya que mucha gente es incapaz de dar la cara en situaciones tan comprometidas sin poder obtener algo a cambio, menos mal que todavía quedan personas que son capaces de jugarse la vida por ayudar a los demás.