Desenlace de las aventuras de Marta, una joven de quince años que vive en Barcelona. Todos los veranos va de vacaciones a un pueblecito de la sierra que en otra época dicen que fue un poblado de brujas. Un día, Javi, un chico de su pandilla, apareció muerto al entrar en la ‘Mansión de los Horrores’.
CAPÍTULO V
Cuando conseguí dominar mi pánico, lo único capaz de asimilar entre todos los pensamientos que pasaban por mi cabeza en ese momento fue que eso no significaba nada bueno y que debía salir de la mansión y dejar la investigación a los profesionales.
Una vez ordenadas mis ideas y fijada una meta avancé con paso firme (lo cual me fue bastante difícil) hasta la pesada puerta de hierro.
Ya frente a ella intenté girar un mango dorado que estaba pegado a su izquierda, pero, extrañamente, no giró.
Ante esta situación mi desesperación empezaba a florecer y me puse a golpear la puerta con la esperanza de que en uno de mis golpes ésta se abriese.
Los puños me dolían y estaba cansada de gritar y dar golpes, pero no me rendí y dí a la puerta una última patada tan fuerte que me hice daño en el pie con el objetivo de descargar mi rabia.
Con el impacto de mi pie en la puerta la luz se apagó, como si los plomos se hubiesen fundido por una tormenta… ¿tormenta?… ¡claro!, ¡no tenía porque preocuparme por la luz, sólo era la tormenta!.
–No estés tan segura– dijo una voz de mujer que se clavó en mi corazón y me dejó petrificada.
–¿Qué… quién eres? -mi voz sonó débil y asustada.
–Soy a quien has estado buscando todo este tiempo-. La voz sonaba inquietante pero a la vez cálida y suave.
¿Lo que había buscado? No entendía nada. No era capaz de comprender qué quería decir esa voz que parecía ser humana.
Te equivocas, -interrumpió la voz como si me hubiese leído el pensamiento- no soy humana, por lo menos no en este momento, antes si lo fui cuando yo y mis hermanas podíamos hacer nuestros hechizos sin escondernos de los caza-brujas que un verano se dedicaron a quemarnos una a una en la hoguera de la plaza del pueblo. Pero por mis ganas de venganza yo quedé atrapada aquí, en nuestro hogar, y ahora cada vez que alguna persona es más cotilla de la cuenta, me ocupo de que no vuelva a meterse en asuntos ajenos…
La voz se acercaba más y más, hasta que de repente se hizo la luz. Frente a mí apareció una bruja como yo me las solía imaginar, pelo largo y liso, vestido negro hasta los pies, pálida, largas uñas…
Empezó a caminar en dirección a mí y yo me pegué a la puerta de hierro que permanecía a mi espalda.
–No podrás huir– dijo la bruja a la vez que me clavaba sus largas uñas en mi brazo izquierdo, después las sacó igual que las introdujo, sin dificultad alguna, y una vez dejaron de estar en contacto con mi piel empecé a levitar y supongo que con sus poderes me llevó hasta la vitrina.
Tenía los ojos fijos, no era capaz de parpadear. Miraba a la bruja, en cuya mano apareció un puñal de esmeraldas.
Yo sabía muy bien sus intenciones y comencé a gritar sin esperar que eso solucionase algo. Ella se acercó a mí y me tapó la boca.
–Marta, Marta…-comencé a oir.
De repente me encontré en mi cama, con mi madre encima tapándome la boca.
–¡Shhh! Calla o despertarás a toda la casa.
Yo cerré los ojos y no volví a despertarme hasta la mañana siguiente a causa de un haz de luz. Abrí los ojos y dentro de mí una voz chilló: ¡fue un sueño!.
Había sudado mucho a causa de mi horrible pesadilla y fui al baño para darme una ducha de agua fría. Pero, cuando me metí en el agua, algo me escoció en el brazo izquierdo…¡era la herida de las uñas! ¿En serio había sido todo un sueño?