Eran las tres de la tarde del día 11 de septiembre. Las televisiones y los noticiarios de radio asombraban al mundo con las noticias que hablaban de los aviones que acababan de estrellarse contra las torres gemelas de Nueva York. Momentos después se sucedieron una serie de incidentes similares en otras zonas de los EEUU. Todas las hipótesis apuntaban a unos atentados premeditados. Una acción de terrorismo bien organizada.

Los atentados terroristas han dado mucho de qué hablar. George Bush, Bin Laden, los talibanes, las torres gemelas y su significación para los EEUU… estaban en boca de todos.

Todos los dedos le señalan, todos los ojos le miran; él es Bin Laden, el principal sospechoso de los atentados y, al parecer, el culpable de todas esas muertes. Al otro lado se alza la figura de George Bush, el presidente de los Estados Unidos quien, ante la masacre que ha sufrido su pueblo, ha lanzado a los cuatro vientos su propósito de capturar a los responsables, al tiempo que amenazaba con castigar a cualquier país islámico que ayudase o protegiese al responsable. Amenaza y propósito que por el momento está cumpliendo.

Ante estas actuaciones, Bin Laden ha respondido con unos vídeos amenazadores, para alguno de los cuales ha utilizado a su hijo de 11 años. Además, el multimillonario saudí, al ver que Bush ataca a todos sus semejantes, ha puesto en circulación un ataque masivo que puede ir dirigido contra cualquier persona. Tiene nombre propio y no es otro que ANTRAX, nombre que sin duda suena en todo el mundo.

En mi opinión los dos protagonistas directos están obrando mal puesto que está pagando los platos rotos mucha gente inocente. No sé a los demás, pero a mí en particular se me encoge el corazón cuando veo las imágenes de esa gente sufriendo de forma injusta e innecesaria… Cuando lo veo reflexiono, y pienso: Y todo esto… ¿para qué? Y nunca encuentro una respuesta que me tranquilice; así que sólo me queda hacer una pregunta: ¿Tienen justificación estos conflictos?

No quisiera ser desagradable, pero sólo se me ocurre una calificación para estos actos: Es una auténtica salvajada. Mueren personas como si fueran mosquitos, simplemente por el mero hecho de existir… de estar ahí…

Sólo encuentro una explicación: el odio de Bin Laden hacia los EEUU y un espíritu vengativo como el del presidente americano, lo que vulgarmente dicho sería más o menos: Se juntaron el hambre con las ganas de comer. En las guerras no hay vencedores ni vencidos; sencillamente hay víctimas…

Sin la menor intención de molestar a nadie, pero mostrando mi parecer como ciudadano de este mundo, que cada vez está más inseguro, levanto mi voz para que se pueda encontrar una vía de reflexión y de cordura en todo este desastre de la guerra. Confío en que tú, lector, también te sientas movido por la necesidad de aunar esfuerzos para encontrar una solución pacífica para todos. Ésta puede ser una ocasión para reflexionar serena y profundamente sobre los graves problemas mundiales que aún permanecen sin solucionar en estos inicios del siglo XXI.

Trabajo original