Tres cuentos de difente temática creados por cuatro alumnos y alumnas de Primaria del CP Cineros «para dormir bien la siesta»

GALILEO DE LOS MARES Y DALILA DE ALTA MAR
Por Verónica Canel Montero.

Esta era una mañana soleada en la que Galileo de los mares salió a dar un paseo, nadando hacia la superficie, cuando se encontró a la hermosísima hija del rey Tritón, la princesa Dalila de alta mar, y la dijo:
-«Hermosa princesa de los mares que conquistas en todos los lugares, a los caballeros ricos y buenos, atractivos y risueños».

La princesa quedó encantada, pues de Galileo estaba enamorada.

Al caer la tarde, fueron a nadar junto a los delfines, después fueron a palacio, pero aunque se habían conocido tanto, preferían guardar en secreto tanto amor que se tenían uno al otro. A la hora de la cena tan educada como arrogante, la princesa se sentó a charlar, y al mismo tiempo, a cenar junto a sus 6 hermanas y su padre. Después de la cena se dirigió hacia sus aposentos, y cuando llegó a ellos, llamó a una de sus criadas y la mandó llamar al rey. El rey se desplazó hacia los aposentos de su hija. Cuando abrió la majestuosa puerta encontró a su hija recitando los siguientes versos:
-«hermosa princesa de los mares, que conquistas en todos los lugares, a los caballeros ricos y buenos, atractivos y risueños».
Seguidamente el rey preguntó de donde había sacado esos versos y por que lloraba tan amargamente a la vez que lo recitaba y la princesa le respondió:
-«Padre mío, yo padezco un mal de amores y por eso moriré. Dile a Galileo que le quiero y que no se olvide de mí, porque voy a emprender un viaje largo yo sola y hasta dentro de un tiempo a ninguno yo veré».

Y dicho esto cogió unas maletas las llenó, y se fue. Según dicen los marineros de alta mar, hace más de 300 años se vio pasar por última vez a la hermosa princesa del mar.

 

EL ESPÍRITU DEL BOSQUE
Por Miguel Losada Galván.

Esta historia transcurrió en un pueblo de cuyo nombre no queda ni el recuerdo. Hace mil y un años, en la época medieval, el espíritu del bosque se apareció ante los hombres de una aldea. Disimulaba su misteriosa tez con un hábito de fraile negro y unas vendas en los pies. Apareció para castigar a cierto individuo que había robado a una osa uno de sus oseznos para usarlo como atracción y maltratarlo.

Se sabía que el espíritu del bosque imponía estrictos castigos a quien osaba perturbar la paz y la armonía del reino animal o vegetal, pero nadie sabía con certeza a qué castigo sometía por que nadie había salido vivo para contarlo.

El espíritu rehusaba enseñar su extraño rostro a la mayoría de la gente. Pero algunas personas que habían sido buenas con los animales y dejado vivir en paz a las plantas, consiguieron resolver el misterio que llevaban años intentando averiguar. El espíritu se quitaba la capucha ante dichas personas y les mostraba su misterioso rostro, con la condición de guardarlo en secreto para siempre. Después se convertía en un lobo aullando, al instante el lobo desaparecía como si de ilusionismo se tratara y a continuación, aparecía una hermosa rosa roja. Si el recompensado era varón debía regalársela a su prometida en señal de su amor; entonces se cumplía la voluntad del espíritu de los bosques. Todo el mundo cumplía su voluntad al pie de la letra, ya que si no, era sometido a uno de sus crueles castigos.

Una vez, un joven muy fuerte y robusto y pretendido por las muchachas del lugar, estaba luchando con un jabalí que había destrozado el huerto de sus padres, que era lo único que tenia para comer.

El espíritu del bosque estaba tan enfadado, que extendiendo sus brazos y gritando estruendosamente y terroríficamente hizo temblar la tierra. La gente estaba aterrorizada. El pánico era lo único que sentía el gentío, de repente apareció un imponente volcán. cuyo magma arrasó toda al ciudad. El espíritu estaba muy débil, pero a pesar de ello consiguió llegar a una ciudad cercana.

Nunca nadie supo cómo pero el joven consiguió sobrevivir. Para el resto de la gente de su pueblo era un indeseable, pero sin ayuda de nadie llegó a un pueblo cercano donde decidió vengarse y pensó como hacerlo.

El joven decidió maldecir al espíritu y convertirle en cualquier cosa rara. Así que escribió una misiva a un mago poderosísimo de la zona y le pidió que maldijera al espíritu del bosque a cambio de unos doscientos maravedíes. El mago decidió considerar su propuesta; apenas pasaron cinco minutos cuando el venerable mago reaccionó con un:
-«Sí, vamos».
En unas horas ya habían llegado a Feng, el pueblo donde se hallaba el espíritu, y empezaron a buscarle.

Mientras tanto el espíritu reponía fuerzas de la larga travesía. Comió y bebió hasta rebosar. Momentos después, el espíritu ya tenía sus energías a pleno rendimiento.

El venerable mago y el vengativo e impetuoso joven al instante encontraron al espíritu y le condenaron a ser un lobo durante mil y un años. Pero antes de mutar tuvo tiempo de maldecir al joven y al mago. Condenó al joven a ser un negro gato durante mil quinientos años o hasta que, incluso sabiendo que atraen la mala suerte, alguien lo aceptara como mascota. Al mago cruelmente le condenó a ser por toda la eternidad un perro deslavado y barbudo. Al mutar en gato negro y en perro sucio y viejo, el mago y el joven, huyeron despavoridos, llorando uno por cada lado. Mientras, el espíritu, ahora transformado en un grande y esquelético lobo, andaba tranquilamente bamboleándose en dirección al bosque de donde procedía.

Mil años después, los tres se reencontraron.
El gato negro dijo:
– «Nos volvemos a encontrar».
El espíritu no salía de su asombro. ¡no había perdido la capacidad de hablar!.
El pidió disculpas arrepentido y el espíritu le perdonó. El gato también las pidió, pero no lo hacía de corazón.
Así pues a los pocos segundos el sabio murió pero no olvido devolver al espíritu a su forma natural.
¿Conseguirá el gato salir de su maldición?

Continuará…

DOS RATONAS MUY FEAS
Por Amalia Muñoz y Paula González.

Había una vez unas ratonas llamadas Pica y Pila, que tomaban el café todos los días y a la misma hora en el hueco de un árbol, siempre estaban cotilleando sobre las demás ratonas. Un día un ratón muy apuesto llegó al bosque donde estaban las ratonas.
Pica y Pila, que eran las ratonas más feas del bosque, empezaron a criticar al forastero, pues él no las hacía caso.
Las otras ratonas se reían de ellas; pero un buen día, mientras tomaban el café, vino un halcón y se llevó a las ratonas que se reían de ellas.

Entonces Pica y Pila, empezaron a reírse mientras las ratonas estaban siendo brutalmente degolladas y comidas por el halcón.
A la mañana siguiente, las cabezas medio comidas de las otras ratonas, aparecieron rodando por la fresca hierba de un claro.
Las demás ratonas no volvieron a reírse de ellas por miedo a que les pasara lo mismo que a las otras.

Moraleja: No hay que reírse de los demás, porque a ti no te gustaría que te hiciesen lo mismo.

Trabajo original