El cumpleaños de Ana y otras historias de misterio, de reinos lejanos, de incansables viajeros… Hay que ver qué ilimitada es la imaginación de nuestros pequeños autores.
LA ILUSIÓN DE IR A ARGENTINA
Por Paula Rincón
Había una vez una niña que se llamaba Sandra y tenía 12 años y un niño que se llamaba Alex, que tenía 13 años.
Un día vieron en la tele un anuncio sobre Argentina. Ellos querían ir porque era muy bonita, pero sus padres no les dejaron.
Alex dijo:
-¿Por qué? Porfa, déjanos ir, venga.
Sandra dice:
– No lo intentes no nos van a dejar ir-
– A cenar-, gritó la madre muy enfadada porque sus hijos la creían mala.
Sus hijos intentaron que le dejaran ir, pero nada. Así pasaron meses, desde noviembre de 2056 hasta mayo de 2057. Los niños se enfadaron mucho hasta que un día la madre y el padre lo hablaron mucho y al final …..
SI, POR FIN les dejaron ir. Cuando se lo dijeron a sus hijos se pusieron muy contentos.
Pasaron allí todas las vacaciones de verano.
EL CUMPLEAÑOS DE ANA
Por Carmen Sainz Zunzunegui
Era se una vez una niña que se llamaba Ana y que quería para su cumpleaños una muñeca, que la vio una vez en un escaparate.
La muñeca costaba 90 euros. La madre, que se llamaba Alejandra, la dijo que si se portaba bien se la compraba. Ana dijo que si se iba a portar bien, pero nada más que por una semana y dos días, pero por ningún día más. La madre contestó:
– Hasta que llegue tu cumpleaños.
– Vale-, respondió Ana.
Esos días, Ana se portó bien pensando en la muñeca, durante una semana y dos días. Quedaban dos días para el cumpleaños y Ana estaba muy nerviosa. El domingo, Ana estaba haciendo las invitaciones de los niños, para el lunes repartirlas en el colegio. El lunes entregó las invitaciones a sus amigos. Casi todos habían dicho que sí podían ir. Ana se puso muy contenta al oír lo que decían sus amigos.
El miércoles era el gran día, era el cumpleaños de Ana, estaba todo adornado con luces, globos, confetis y muchas cosas más, pero lo mejor era la comida. Enseguida se acabó la comida, jugaron sin parar y se lo pasaron muy bien. Llegó la hora de los regalos y el primer regalo fue una pelota, el segundo fue una bicicleta y así hasta veinte. El último fue el de su padre, que fue un ordenador de pantalla plana y a Ana le gustó mucho.
Ana se fue muy enfadada porque pensaba que su madre no le había comprado la muñeca. Así de enfadada se fue a su habitación y cuando llegó estaba la muñeca del escaparate, la madre le dijo a Ana:
– Es por portarte bien.
EL PASTOR Y EL GNOMO
Por Israel Ruiz Gómez
Un día el pastor fue a un bosque y se perdió. Empezó a llorar y entonces se encontró con un gnomo un poco viejo. Se hicieron amigos.
El pastor le pregunto al gnomo:
– ¿Sabes dónde esta el camino al pueblo?
– Sí lo sé -contestó-. Pero hay que pasar por la pradera de la bruja Bulerta.
– De acuerdo- dijo el pastor.
Una vez estaban pasando por allí salió la bruja Bulerta y le dijo al pastor:
-Tendrás que matar un dragón.
El pastor asustado dijo: «De acuerdo».
El pastor estaba frente a una cueva y el gnomo le dio una armadura y, tras una larga lucha, el pastor ganó la batalla.
Cuando llegó al pueblo el gnomo le preguntó al pastor:
-¿Puedo quedarme a vivir en el pueblo por favor?
– Con mucho gusto- contestó el pastor.
LA MANSIÓN ENCANTADA
Por Andrea Sainz-Maza Fernández
Era una noche fría de invierno. De repente oigo un ruido ¡Aaaaaaaahhhhhhhh! Un escalofrío recorre la espalda, noto como el corazón me late muy deprisa. María y sus amigos están leyendo un libro de terror, en la casa árbol de Juan.
Los niños están tan emocionados con la historia que no se dan ni cuenta de que ya es muy tarde, pero como al día siguiente no habrá colegio han decidido quedarse a dormir a casa de Juan. Son unos ocho niños, pero como Juan tiene una casa muy grande entrarán todos. Además van a contarse historias de miedo.
A la mañana siguiente llovía mucho. Los niños tenían pensado salir a la calle, pues tenían preparados unos juegos muy divertidos; muy apenados empezaron a mirar por la ventana. De repente vieron una mansión tan grande como un castillo. Llegó la hora en que los padres fueron a buscar a sus hijos a casa de Juan. Llegó el lunes y los niños se encontraron en el colegio. Luis fue el primero en decir:
– ¡Chicos! ¿Qué os parece si el sábado vamos a explorar la mansión?-.
Los demás asintieron con la cabeza y entraron en clase. Por fin llegó el ansiado día. Los niños se reunieron en la plaza del pueblo.
A las 8 estaban delante de la gran portilla.
– Uuuaaaauu, es más grande que el castillo de Alejandro Magno- dijo Héctor impresionado.
Los niños abrieron la portilla, que rechinaba.
– ¿N-no se – se – sería p-pe-peligroso?- Tartamudeó Laura algo insegura.
– No que va – dijo Lucas.
Al entrar en la gigantesca mansión Javier preguntó
– ¿Habéis oído eso?-
– ¿Oír que?- le contestó Lucía.
– ¡Ja, ja, ja! -se oyó.
– ¿Lo habéis oído ahora?- volvió a preguntar Javier
– Siiii -.contestaron los demás.
– Va , no será nada-. dijo Óscar.
Los niños subieron las escaleras y… Cuando llegaron arriba vieron una gran puerta al final de un largo pasillo y siguieron andando. Las paredes estaban pintadas de color rojo llenas de cuadros. De repente una vela se encendió sola, como por arte de magia. Mario dijo:
-¿No os parece que ya va siendo hora de marcharse? Empiezo a tener miedo-
.-Chsssss, calla miedica- Le contestó Sara.
– ¿Acaso tú no tienes miedo Sara?- intervino Jimena.
– N- no q- qu – que va– contestó ella tartamudeando y siguieron andando.
Cuando llegaron al final del pasillo Paula se disponía a abrir la puerta cuando ésta se abrió sola. Los chicos entraron muertos de miedo. La habitación sólo tenía una cama, ni armarios, ni nada. María divisó una trampolla en el suelo.
-¿Bajamos?- Preguntó María.
–Yo sí, pero si alguien viene conmigo– contestó Héctor.
Juan abrió la trampilla y bajaron. Oscar fue el último en bajar y … Al llegar abajo dijo:
– Chicos no quiero alarmaros, pero creí ver una gran sombra seguirnos- dijo muy asustado.
– Tranquilo, seguro que es tu imaginación-, dijo Sara para tranquilizarle.
En el sótano vieron una puerta aún más vieja que las escaleras. ¡Plam! Se oyó de repente. La trampilla por la que habían bajado se había cerrado.
–Oscar, a ver si es verdad que había una sombra y nos ha encerrado…-, dijo Lucía mientras que le castañeaban los dientes.
–Habrá sido una corriente de aire-, improvisó Mario para tranquilizarles.
– ¿Aire? Aquí no hay aire– dijo Mario.
– ¿A ver si es que esta mansión está encantada?- dijo María muerta de miedo.
– Tu lees muchos libros, ¡qué va a estar encantada!- le interrumpió Jimena.
– Todo encaja – continuó María. – La vela se encendió sola, la puerta se abrió sola y la trampilla se cerró sola; ¡veis!
EL LIBRO MÁGICO
Por Ana Villalba Hernández
Había una vez un niño que se llamaba Jorge, tenía 8 años y también tenía una hermana que se llamaba Estela, que tenía 6 años.
Un día, cuando estaban de vacaciones en Marruecos, a Jorge le gustó un libro rojo y las hojas eran muy viejas. Cuando llegaron a casa, Jorge abrió el libro con su hermana y de pronto… se encontraron en un mundo distinto. A Jorge le entraron ganas de comer y Estela propuso ir a por comida. Y así fue.
Fueron caminando y se encontraron con unos caballeros que se llamaban Floqui y Dequi, que eran hermanos, y a Jorge y a Estela les dieron comida y agua, y los caballeros dijeron:
– ¿Nos acompañáis a ver al rey Imaginario?
– Por supuesto que sí, pero antes tenéis que decirnos que país es este, por favor.
– Pues nuestro país se llama Tafania.
Enseguida emprendieron el viaje y se encontraron con ogros, gigantes, duendes y otras especies más.
Cuando acababan de acabar otro peligro, parecía que nunca iba a llegar el día al que llegarían.
Al día siguiente llegaron al palacio del rey, pero el rey tenía un problema, que estaba enfrentado con otro rey, el rey Fagoso.
Era un rey gruñón, egoísta y le gustaban mucho las peleas.
El rey Imaginario les dijo a Jorge y a Estela, y también a los dos caballeros :
– Señores, ¿podéis ir al castillo del rey Fagoso?
– Por supuesto que sí.
Por la tarde ya estaban en camino y Jorge, Estela, Dequi y Floqui estaban muy cansados.
Al día siguiente, ya estaban allí y fueron a ver al rey, llegaron al castillo y le dijeron al rey :
-Majestad, el rey Imaginario nos ha dicho que si aceptaría una batalla.
– Por supuesto.
– Será mañana.
– De acuerdo.
Al día siguiente, cuando ya había empezado la batalla, el rey Fagoso iba ganando al principio, pero después iba ganando el rey Imaginario, al final ganó el rey Imaginario.
Antes de la batalla, los dos reyes hicieron un trato, que el que ganara se quedaría con todo el reino de Tafania.
EL JARDÍN SECRETO
Por Elena Barriuso
Había una vez unos niños que se llamaban Sergio y María. Un día se fueron a jugar a un bosque que había a las afueras de la ciudad.
Cuando jugaron con la pelota de Juan, María chutó tan fuerte que fue a parar en un jardín que nadie había visto jamás.
Cuando entraron no encontraban la pelota y vieron una casa un poco lejos, porque el jardín era muy largo. Se acercaron a la casa y decidieron entrar.
Entraron y vieron a alguien ir hacia el salón y fueron corriendo hacia esa dirección. Cuando entraron en el salón se encontraron a un niño con su pelota y le dijeron:
– Hola, ¿cómo es que nunca nadie a visto este lugar?
– No sé, porque nadie lo ha visto antes, debe de ser secreto. Ahhh y otra cosa ¿cómo os llamáis? Pues no os habéis presentado.
– Yo me llamo Sergio y ella se llama María.
– Yo me llamo Pedro y vivo aquí desde hace mucho tiempo.
– Nos puedes devolver la pelota, nos tenemos que ir.
– Vale, pero no le digáis a nadie la existencia de este lugar.
Cuando Sergio y María se fueron a su casa sus padres les dijeron
– ¿Dónde habéis estado?
Y ellos dijeron:
– Hemos estado jugando en el bosque con la pelota de Sergio.
Al día siguiente fueron otra vez a ese jardín secreto en el que vivía Pedro, pues querían ser sus amigos ya que como él estaba tan solo.
Entraron al jardín y se pusieron a andar un buen rato porque el jardín era tan largo. Llegaron a la casa y llamaron a la puerta porque estaba cerrada. Esperaron un rato hasta que llegara Pedro y les abriera la puerta.
Pedro había oído que llamaban a la puerta y pensó:
– Sergio y María me han mentido sobre que no le iban a decir nada a nadie sobre este lugar.
Pero fue a mirar quién era, porque igual no eran ellos. Se acercó a la ventana y vio que eran Sergio y María. Fue a abrirles la puerta y no se esperaba que fueran ellos y mucho menos que irían todos los días a jugar con él.
Salieron a jugar al jardín con una pelota que tenía Pedro. Más tarde jugaron al escondite y la quedaba Sergio. Contó hasta cien, Pedro se escondió detrás de un arbusto y María se subió a un árbol, cuando fue a buscarles vio a unos niños que estaban jugando por allí, Sergio dijo:
– Chicos, salid de vuestro escondite hay unos niños jugando por aquí e igual descubren el jardín.
Entonces Pedro y María salieron de sus escondites y María dijo:
– Sergio creo que son Luis y su mejor amigo Juan.
Entonces treparon a un árbol que tenía una caseta que había hecho un día porque se aburría y también para tener un lugar donde jugar tranquilo.
Estaban ideando un plan para que Luis y su mejor amigo Juan se fueran de aquel lugar. Entonces exclamo Sergio:
– ¡Tengo una idea! Este es el plan.
Cuando acabó de contarles su malvado plan para deshacerse de Luis y su amigo Juan entraron en casa de Pedro a disfrazarse con trajes de fantasmas para darles un susto de muerte y que se fueran a casa y no volvieran a ir nunca más a ese bosque.
Cuando salieron al jardín se pusieron a hacer ruidos extraños.
En ese momento Luis dijo:
– ¿Qué es ese ruido tan extraño?
Entonces salieron Sergio, María y Pedro y les pegaron tal susto que se fueron corriendo a sus casas.
Ya era de noche y Sergio y María se tenían que ir a casa. Ese era el principio de su gran amistad.
EL REINO DE LAS ZARZAMAPOLAS
Por Marta Trueba González
Érase una vez, un reino llamado Reino de las Zarzamoras. Los reyes estaban esperando el nacimiento de dos niñas gemelas y ya tenían sus nombres pensados. La primera en nacer se llamaría Marta, y la segunda Irene. En el Reino ya estaba decidido que la primera en nacer sería la heredera del trono.
Llego el día de su nacimiento y la primera en ver el mundo fue Marta. Por lo tanto, Marta sería la futura reina del Reino de las Zarzamoras.
Fueron pasando los años y cada día Irene tenía más, no soportaba la idea de que Marta fuera Reina. Se pasaba los días haciéndola sufrir.
Un día cuando las niñas tenían doce años salieron al bosque a coger zarzamoras, se alejaron mucho y la malvada de Irene aprovechó el momento para distanciarse del Reino y esconder a Marta. Entre una arboleda vieron una casa en ruinas.
Se acercaron y allí vivía la malvada bruja del reino de las Amapolas.
Marta no se atrevía a entrar a la casa de la bruja, pero Irene entró y contó a la Bruja lo del reinado de Marta.
La bruja e Irene tramaron un plan: Esconder a Marta para ser reina en el futuro. Así lo hicieron.
Cuando Irene volvió al reino de las Zarzamoras y contó lo ocurrido todos los habitantes buscaron a Marta por todas partes, pero fue inútil. Irene estaba contentísima de cómo había salido todo pues al final ella sería la Reina. Marta, en cambio, estaba con la bruja que no le daba de comer apenas y le hacía trabajar duramente en el huerto que ésta tenía.
Un día de primavera, cuando Marta trabajaba en el huerto, oyó un caballo trotar y aprovechando que la bruja estaba dormida, salió al camino y se encontró con un apuesto caballero, al que contó lo que había pasado. El caballero le prometió que le ayudaría. Al día siguiente caballero rescató a Marta ayudado por su escolta.
El caballero era el príncipe heredero del reino de las Amapolas. Llevó a Marta a su reino.
Todos se pusieron muy contentos, excepto Irene, que fue expulsada del Reino. Marta y el príncipe se casaron, y los dos reinos se unieron en uno solo y se llamó: Reino de las Zarzamapolas.
Fueron muy felices. Y colorín colorado este cuento se ha acabado y colorín colorete por la chimenea sale un cohete.