Por todo el planeta se hallan distribuidas tribus de indígenas cuyo modo de vida es completamente distinto del nuestro. Viven ajenos a los problemas que afectan al mundo occidental y son felices tan sólo con aquello que la madre naturaleza les ofrece. Uno de los pueblos más singulares de la tierra es el de los aborígenes australianos, descendientes directos de las razas prehistóricas.
Cuando miramos a nuestro alrededor sólo vemos una pequeña parte del mundo que nos rodea. Creemos que tan sólo existe aquello que vemos todos los días, aquello de lo que alguna vez hemos oído hablar o aquello que sale en televisión, en la radio… Pensamos que no existen otras formas de vida más allá de la que nosotros conocemos, es decir una forma de vida en la que lo más importante es el dinero y en la que quienes carecen de él viven condenados a la miseria y el olvido. Sin embargo, lo cierto es que no todo se reduce a esta visión del mundo ya que ya sea en los calurosos desiertos africanos, en los gélidos árticos, en lo más profundo de la selva amazónica o en pequeñas y recónditas islas habitan tribus indígenas complemente ajenas a nuestro mundo. No conocen la palabra pobreza ni la palabra dinero, viven casi como salvajes, integrados en la naturaleza, obteniendo de ella todo lo necesario para vivir pero siempre respetándola y cuidándola.
Una de las tribus más apasionantes que existen hoy en día es, sin duda, la de los indígenas australianos no sólo por su forma de vida y sus costumbres, que comparten otras tribus como la de los Jívaros o Maoríes, sino por su aspecto físico.
Los aborígenes australianos son uno de los pueblos más primitivos de la tierra. Hoy en día habitan en las regiones esteparias de la meseta australiana y en la zona costera del norte y se alimentan de animales como canguros, ornitorrincos o kiwis.
El canguro es sin duda su presa favorita. Para darle caza se reúne un grupo de hombres, que se aproximan cautelosamente a su presa y cuando esta se halla distraída le lanzan su boomerang abatiéndola. Este arma es utilizada para dar caza sobre todo a animales de carrera rápida y a pájaros mientras que para atrapar a animales como emús antílopes, faisanes etc suelen utilizar una lanza corta con punta de piedra que es el material más utilizado por estos pueblos con el que hacen sus cuchillos, hachas, azuelas…
La técnica que utilizan para fabricar estos rústicos instrumentos consiste en golpear una piedra contra otra para hacer saltar las lascas requeridas y dar lentamente forma al objeto deseado; una vez conseguido, proceden a pulir la superficie cuidadosamente, frotándola contra algún objeto rugoso.
En cuanto a los aborígenes que viven en la zona costera del norte de Australia utilizan sobre todo los arpones ya que encuentran en el mar la fuente de provisiones principal.
Practican la pesca desde sus frágiles embarcaciones hechas con troncos de árbol ahuecados y utilizando los ya mencionados arpones constituidos por un asta de madera terminado en una horquilla también de madera, endurecida al fuego.
Como ya hemos dicho los aborígenes australianos son uno de los pueblos más antiguos del planeta. Su cultura es extremadamente pobre, desconocen la cerámica, el tejido, los metales…
Sus casas unas de las más rústicas de la tierra consisten en simples refugios formados por dos estacas terminadas en horquilla y clavadas en el suelo a una distancia de unos tres metros una de otra; estos palos sostienen otro colocado horizontalmente, contra el que se apoya un muro hecho con ramas y hojas que protege del viento a la familia. Frente a la choza se enciende una hoguera en la que se cocina y que al mismo tiempo les proporciona calor durante la noche y ahuyenta a los animales. Sin embargo, a pesar de todas estas singulares costumbres lo más apasionante y destacable de esta tribu es su aspecto.
Físicamente son uno de los pueblos de rasgos más primitivos hasta el punto de que se les ha considerado como descendientes directos de las razas prehistóricas. Al igual que los hombres de la edad de piedra, tienen una cabeza muy particular, con frente huidiza y arcadas superciliares muy prominentes; los ojos están profundamente hundidos en las órbitas y la nariz es muy ancha y con raíz deprimida, el mentón es también huidizo. Los cabellos son ondulados y largos y muchos ostentan barbas bastante pobladas.
Tienen la piel de un tono moreno oscuro, pero no tanto como los negros africanos. El cuerpo es muy esbelto, y son de estatura mas bien alta con la particularidad de que sus piernas y brazos son extremadamente largos y delgados. Además otra de las características físicas más extrañas de este pueblo es la de tener los dedos pulgares de los pies con igual movilidad que los de las manos, de modo que pueden coger objetos pequeños igual con los pies que con las manos.
Esta propiedad les resulta muy útil para subirse a los árboles y así acceder a su golosina favorita: la miel.
En cuanto a su indumentaria suelen ir completamente desnudos aunque se adornan con tatuajes y embadurnan el pelo con barro y se insertan en él grandes tocados de plumas. Aunque en la actualidad muchos de ellos siguen conservando esta forma de vida algunos la han abandonado para vivir como pastores en las zonas herbosas del centro del continente.
En definitiva, un pueblo de lo más singular tanto en sus características físicas tan sorprendentes como en sus costumbres no menos interesantes