Todos los años, a finales de diciembre aparece la palabra del año, según la Fundación del español urgente (Fundeu). Seguro que a todos se nos viene a la cabeza muchas palabras del año; probablemente más de las que nos gustaría. Sin embargo, escarbando un poco en ellas, comenzamos a ver palabras que, o bien no tenían mucho sentido hasta ahora o bien no entendíamos como reinventarse.

Desde los profesores más veteranos hasta los alumnos recién llegados a las aulas de dos años, hemos puesto nuestro granito de arena para poder desarrollar el curso de la mejor manera posible. Aunque, vamos a ser francos, una escuela sin contacto es una escuela con un poco menos de vida. 

Y precisamente, uno de esos momentos donde surgen amistades y lazos de cooperación son las lecturas internivelares. Así que, desde principios de curso hicimos una lluvia de ideas para ver cómo afrontábamos esta “cercanía desde la distancia”.

Hablando y proponiendo, con el confinamiento domiciliario todavía rondando por nuestras cabezas, pensamos: ¿y por qué no compartimos con los compañeros nuestros cuentos favoritos?

 

Llevamos a clase ese cuento especial que tiene un significado muy concreto.

 

Así se forjó la actividad que venimos realizando desde mediados del primer trimestre. Llevamos a clase ese cuento especial que tiene un significado muy concreto (me lo contaba mi hermano, fue el primer cuento que leí yo solo… o simplemente me divierte mucho) y lo compartimos en el sentido más profundo: ese libro ya es parte de nosotros.

Cada viernes, un compañero nos enseña ese libro especial y nos lo cuenta de la mejor manera posible. Puede introducir en la lectura del cuento todo lo que le ayude a expresar mejor lo que está contando: un fragmento cantado, dramatizado… Mientras, los demás compañeros escuchan atentos y observan la pasión de quien comparte un pedazo de corazón en forma de cuento.

Compartimos con todo el colegio las recomendaciones con murales en los pasillos.

 

Estos momentos generan un contacto emocional que vence las barreras que las medidas sanitarias nos imponen. Y para que el cuento salga de las cuatro paredes del aula, compartimos con todo el colegio las recomendaciones con murales en los pasillos.

Este es quizá nuestro momento favorito de la semana, donde la imaginación nos conquista y volamos a otros lugares y momentos para alimentar la ilusión de cara al final de esta nueva normalidad escolar.