Este curso 2022-2023 se ha inaugurado el aula mixta de 1 y 2 años en el CEIP Santiago Galas de Ruiloba y acabamos el mismo compartiendo un balance de cómo ha sido la experiencia. En el aula de 1 y 2 años contamos con un grupo heterogéneo, con diferentes niveles de desarrollo propio, distintos intereses individuales, variadas experiencias previas, además de los múltiples contextos y expectativas familiares. Al final, la diferencia de edad es solo un factor más de diversidad que siempre es bienvenida cuando hablamos de oportunidades de aprendizaje, porque la diversidad es riqueza.
A veces choca el encontrarnos un grupo de edades mezcladas en la escuela, porque es algo que se sale de lo que es más habitual, que es separar los cursos por edades. Pero a nadie con un poco de idea de educación escolar se le ocurriría pensar que un grupo-clase agrupado solo por haber nacido en el mismo año da como resultado un grupo homogéneo donde no haya que atender la diversidad. En algunos proyectos educativos se persigue conscientemente la mezcla de distintas edades porque se considera beneficioso tanto para pequeños como para mayores. En nuestro centro, también está agrupado el segundo ciclo de Educación Infantil (3-6 años) y la etapa de Primaria en solo tres niveles (1º-2º, 3º-4º y 5º-6º).
Este año académico, el alumnado de 2 años ha dejado de ser la franja de edad escolarizada más pequeña del sistema educativo cántabro, al incorporarse el alumnado de 1 año a las aulas de centros de Educación de Infantil y Primaria. De repente, tener 2 años suponía ahora dejar de ser «los más pequeños del cole» para pasar a ser «de los mayores de la clase» en el aula de 1 y 2 años. ¿Supone esto “hacerles mayores” antes de tiempo? La respuesta es que no debería ser así. De hecho, convivir con criaturas de 1 año ha supuesto una revisión de espacios, materiales y actividades que nos ha alejado más del segundo ciclo de Educación Infantil. Nos hemos olvidado un poco del tejado de la casa y hemos tenido que dedicarnos con gusto a los cimientos. O, metáforas aparte, hemos podido investigar en cómo ajustar nuestro trabajo educativo enfocándonos en el respeto a la cultura de la infancia y la identidad propia que tiene la educación infantil. Es decir, hemos sido más primer ciclo que nunca, más 0-3 que nunca.
Contar con criaturas tan tiernas como las de 1 año, en un ambiente tan institucional como una escuela, nos ha llevado a frenar y poner atención a lo que cada una de las criaturas necesitaba en cada momento. Satisfacer sus necesidades básicas de juego, alimentación, higiene, aseo, descanso, movimiento, relación y atención individualizada… ha sido la premisa de cualquier aprendizaje que pretendiéramos que las criaturas lograsen. El cuidarnos y el respetarnos, desde la acción más que desde el discurso, es el modelo relacional que al grupo le ha permitido adaptarse y coger confianza desde el principio.
Otra de las claves para ello es contar con una relación fluida con las familias, con las que nos une un sentimiento de cooperación y cordialidad. Además de contar con distintos canales de comunicación, dinamizamos su participación abriéndoles las puertas del colegio, las del aula y organizando tertulias literarias sobre crianza y educación algunas tardes.
El planteamiento organizativo del centro ha previsto que el aula de 1 y 2 años participe en la vida del centro, pero dejando total autonomía y flexibilidad con respeto a las necesidades y características psicoevolutivas del grupo. De esta forma, se nos invita a todas las actividades de centro que se realizan en el propio colegio (acciones verdes del plan de sostenibilidad, magosta, concierto navideño, marzas, día de interculturalidad, día del árbol, semana cultural, cuentacuentos, carnaval, día de la familia…) pero no se nos obliga a participar o exponernos a situaciones alejadas de lo que sería un aprendizaje significativo para las criaturas. Sí que a medida que ha ido transcurriendo el curso, las relaciones con el resto de grupos nos ha llevado a lectura de cuentos apadrinada por el alumnado de Primaria y a organizar tiempos compartidos entre las diferentes etapas de nuestro pequeño gran colegio, pues el aula de 1 y 2 años es golosa y querida para el alumnado más veterano.
A principio de curso, inaugurar el aula de 1-2 era un reto importante, pero las criaturas, como tantas otras veces, han demostrado estar a la altura y ponérnoslo más fácil de lo inicialmente pensado. También es cierto que hubiera clarificado el panorama el haber contado con una dotación material concreta y una formación específica obligatoria para los docentes antes de abrir las aulas de 1 año por parte de la Consejería (como lo hubo inicialmente cuando se abrieron las aulas de 2 años).
La vida cotidiana y el contacto con la naturaleza han centrado el que hacer de los niños y niñas de la clase. El colegio de Ruiloba dispone de un entorno privilegiado, sin necesidad de sacar a las criaturas del recinto escolar, pues contamos con una campa inmensa llena de flores y árboles, y hasta un bosque con rocas y cavidades naturales en una zona más elevada. Todo circundado por un ambiente rural donde el ganado y las aves salvajes son los únicos que compiten con la brisa en los árboles por poner sonido de fondo a nuestra actividad.
Con todas estas condiciones idóneas para el desarrollo equilibrado de una criatura, podemos estar satisfechos de concluir el curso habiendo hecho un trabajo digno en este primer curso, en el que hemos convertido lo que era un experimento inicial en una experiencia positiva realizada. Es enormemente gozoso disfrutar de los avances madurativos de las criaturas, sin necesidad de haber caído en la sobreestimulación ni el trabajo específico sobre ellas más allá de guiarles y acompañarlas en sus procesos madurativos con la calidad y calidez que se merecen.
Pablo Rodríguez Aguirresarobe, tutor del aula de 1 y 2 años del CEIP Santiago Galas