Para Unai Larralde, alumno del IES Cantabria de Santander, la poesía tiene, sin duda, un poder sanador y una potencialidad salvadora. No sabemos muy bien por qué, los poemas nos curan las heridas y son alimento para nuestros cuerpos y nuestras mentes. Por eso comparte estos poemas «como quien comparte un rato feliz con los amigos o comparte un bocata».

Talasocracia

Todavía en la mañana están

nuestros viejos barcos anejos

que todavía en la mar navegan

en contra de los barcos nuevos

 

Están rotos y desgastados

pues están solos y viejos.

Su madera está quebrada

y su pintura desgastada

 

Nuestros barcos viejos se hunden

mientras que los nuevos surgen.

En la mar aún ellos siguen

esperando a los que viven.

 

 

Rabas frías y pan duro

Tiene mil razas en su nombre

y mil historias que esconde.

Es un buen chico,

pero se mete en líos.

Camina por la calle sucio,

con pulgas en su pelo rucio.

Vive de los restos,

vagando por los puertos.

 

Es un carroñero

tiene los dientes rotos

y no sabe cazar.

Siempre anda mojado

con sus ojos brillantes

caminando de lado.

 

Ahora vaga por la playa

en busca de un hogar

lejos del frío mar,

pero nadie se lo quiere dar

solo un poco de amor en la profundidad.

Pues en la noche todo puede pasar

apache ansia vuestra bondad

para escapar de un infortunio pesar.

 

Una historia corta

Tan jóvenes se veían tus ojos

y tan fuerte era tu espíritu.

Como un caballo corrías,

como un conejo saltabas,

como un niño me mirabas.

Aunque nunca decías nada

siempre me hablabas.

Éramos como hermanos

tan iguales, tan distintos.

Desde nuestro primer día

nos conocimos,

pero no pasó mi vida

y ya te habías ido.

Te sigo esperando por si vuelves

y tú me sigues esperando por si me voy.

Somos almas unidas

lo podríamos llamar amor.