Tramoya, atrezzo, foso, calle, polea, fila, sala griega, danza, pífano, Sáenz de Oiza, “rómpete una pierna”… ¿Qué tienen estas expresiones en común? Que todas forman parte del Palacio de Festivales de Cantabria y de las actuaciones que allí tienen lugar. El alumnado de Literatura Universal del colegio Kostka de Santander lo visitó por dentro y descubrió los elementos que normalmente un espectador no ve cuando asiste a las representaciones.

La visita comenzó en la sala José María Pereda, con su gran pintura en homenaje a las artes escénicas en el techo. Allí hubo ocasión de pasar al escenario para ver sus entresijos. Hasta ahí, lo esperable en un teatro.

Accedimos también a la sala de ensayos de la escuela de teatro, donde los técnicos movían focos, paneles acústicos y tablaos.

Estudiantes de Literatura universal junto a la fachada sur del Palacio de Festivales de Cantabria.

De allí pasamos a la sala griega y su concepción como escenario en teatro clásico, con graderío. Allí la visita tuvo más cariz arquitectónico, proyectar hacer un teatro estrecho pero completísimo. También hubo lugar para las supersticiones, como la de evitar el color amarillo (¿o era el verde?) y anécdotas de los artistas que han pasado por allí, sobre todo los ilusionistas.

Después de visitar el túnel de camerinos y sala de ensayos, pudimos acceder a la sala Argenta y recibir al director artístico del Palacio y a la gestora de espectáculos. El escenario, por suerte, estaba abierto al gran ventanal de la fachada sur y pudimos pisarlo.

Nos dimos cuenta de la importancia de que los jóvenes se familiaricen con el teatro y acudan cuando puedan a ver obras o conciertos.

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