«Solidaridad» es la palabra que ha inspirado al alumnado de cuarto de Secundaria durante el mes de diciembre y fruto de ello es el cortometraje que os mostramos en esta publicación. El espíritu navideño y la multitud de campañas para ayudar a los más necesitados atraen los buenos sentimientos. De ahí que los estudiantes hayan querido poner su granito de arena y mostrar la importancia de mirar a nuestro alrededor y ayudar a aquellos que están pasando apuros económicos.
Los estudiantes de cuarto curso de Secundaria del colegio Purísima Concepción de Santander han realizado un cortometraje para fomentar la solidaridad con las personas que están pasando apuros económicos. El objetivo de esta producción cinematográfica ha sido concienciar al alumnado de la importancia de movilizarse para erradicar la pobreza e involucrarse en conseguir una sociedad más justa y desprovista de esta lacra social.
Con motivo de la campaña de recogida de alimentos del Banco de Alimentos de Cantabria, las tutoras les propusieron la realización de este corto para fomentar la participación de los estudiantes del centro en la campaña. Los alumnos se mostraron muy entusiasmados con la idea y pronto se pusieron manos a la obra. Hay un gran trabajo detrás de este proyecto. Guión, grabación y edición fueron las tareas que tuvieron que desarrollar para llevar a cabo el vídeo.
Además del corto, otros compañeros realizaron carteles para colocar por el centro y dieron charlas por todas las clases del colegio para concienciar a los alumnos. Les mostraron vídeos, contaron cuentos e incluso hicieron juegos con los más pequeños, con los que les enseñaron qué productos eran los que más se necesitaban.
Visita a la Cocina Económica
Para todo ello, visitar la Cocina Económica de la capital cántabra fue primordial. Les abrió los ojos ante una realidad que muchos no conocían o que pensaban que se reducía a una minoría pidiendo en la calle. Sin embargo, aquí se dieron cuenta de que hay muchas personas que no tienen independencia económica ni un apoyo humano que les permita salir adelante. Y gracias a las Hijas de la Caridad y a esta institución, todos aquellos excluidos sociales mayores de 18 años pueden conseguir reinsertarse en la vida sociolaboral.
Allí les enseñaron todas las instalaciones y servicios que ofrecen, además de los básicos de comedor y lavandería. Lo que más les sorprendió fueron los talleres y los productos que elaboran. Artículos de papelería, manteles, delantales, productos de decoración y un sinfín de buenas prácticas que permiten una ocupación a estas personas además de una formación. Incluso conocieron a personas que reciben la ayuda de la Cocina Económica y sus testimonios fueron sobrecogedores. Sin duda, una experiencia única que consiguió remover las conciencias de los jóvenes.