El alumnado de Literatura Universal del IES Garcilaso de la Vega ha realizado varias creaciones a lo largo de la primera parte del curso. Así, se les ha propuesto imaginar una nueva cosmovisión, diferente a las propuestas del pasado estudiadas en clase, y, además, la creación de nuevas “Heroidas” que acompañen a las atribuidas al poeta Ovidio. He aquí alguno de los resultados obtenidos, seleccionados por cada estudiante y que demuestran que hay mucho futuro para la literatura.

MITO INVENTADO: LA CREACIÓN DEL UNIVERSO
Por Susana Collado Alonso

Desde tiempos inmemoriales, existió un ser sin forma, sin aspecto definido, que se encontraba esparcido por la infinidad del espacio en un estado similar al de un profundo letargo. Así llevaba millones de años, hasta que, en algún momento, éste se hizo consciente de su propia existencia, como si hubiera despertado, al fin, su lado racional. En ese mismo instante, le comenzó a invadir un sentimiento de angustia, ya que lo único que era capaz de percibir era a él mismo, no había nada más que no fueran fragmentos de su misma presencia por donde quiera que mirase. Esa inquietud fue tan insoportable, que sólo se le ocurrió moverse lo más rápido que pudo, meneando hasta el último gramo de su incorpórea masa.

Fue una tremenda sorpresa para él lo que sucedió después. Como consecuencia de esa actividad cinética, su cuerpo se había dividido en un número inconmensurable de cúmulos hechos de materia. Y, además, se había separado de su capacidad de pensamiento, por lo que, técnicamente, había dejado de ser una criatura física. No obstante, esto no fue un problema para él; de hecho, todo lo contrario, le fascinaba la idea de haber sido capaz de realizar tal hazaña. Sintió que, dentro de sí, surgía una emoción increíblemente agradable, cálida y desbordante, que se convirtió en una energía cegadora que recibió el nombre de “luz”. El ser, al ver aquel espectáculo, quiso preservar la luz para siempre, y se le ocurrió custodiarla fusionándola con uno de esos cúmulos de masa. De esta forma, se creó el Sol, y tal y como él predijo, su destello nunca se extinguió.

Al ver tantas cosas nuevas, éste empezó a creer que podía hacer realidad cualquier cosa que se le ocurriese, y, ya que se sentía tan solo, ¿por qué no crear otros seres? Unos que pudiesen pensar y comunicarse con él. Hubo muchos intentos, sin embargo, todos ellos resultaron fallidos. No lograba crear ninguna criatura que poseyera una mentalidad capaz de razonar, y eso le entristeció de tal manera que una energía fría y negativa, a la que nombró “oscuridad”, empezó a inundar todo el espacio, avanzaba deprisa y destruía todo a su paso. Cuando el ser se dio cuenta de este hecho, frenó esta sensación y la calmó. Logró que dejase de extenderse, pero no pudo deshacerse del color negro que había teñido todo lo que le rodeaba.

También cayó en la cuenta de que, aunque esos seres que había formado no eran lo que estaba buscando, se trataban de sus creaciones y, por tanto, debía amarlos, no exterminarlos. Decidió ponerles el nombre de “animales” y los colocó en uno de esos cúmulos, insuflándoles un soplo de vida, que sería su alma o espíritu, es decir, es lo que les definiría como “vivos”. Para evitar que estos se escaparan o se dispersaran por el espacio, el ser construyó una barrera invisible a su alrededor e instauró una ley natural, que consistía en que todo aquello perteneciente a este lugar estaría inevitablemente unido a él por una gran fuerza que les arrastra constantemente hacia su centro, la “ley de la gravedad”. A partir de ahí, quiso distinguir los diferentes cúmulos de materia según la función que iban a cumplir, que, por el momento, eran dos: los que dieran luz y calor se denominarían “estrellas”, y los que fuesen a almacenar criaturas, “mundos” o “planetas”.

En uno de sus experimentos para crear seres racionales, por error, dejó caer el prototipo al sol. El ser lo recogió justo a tiempo, antes de que se incinerase, mas, captó un cambio, el baño de luz que había recibido había provocado una reacción inesperada: había producido el poder de pensamiento. No podía creer lo que veía, después de todo, era sólo cuestión de iluminar su alma. Así, creó la “humanidad”, a la que dispuso en el mismo mundo que a los animales para brindarse compañía y afecto mutuos.

También inventó un sistema por el cual todas las criaturas creasen más de su misma especie, la “reproducción”, y que, en los humanos, se viese afectado por un sentimiento incondicionalmente poderoso: el “amor”, una emoción con doble faz, hermosa, por un lado, y fatal por el otro. De esta misma manera, inició la creación de todas las ideas que se le cruzaban por la mente: nuevos seres (como la vegetación o los hongos), necesidades, fenómenos naturales, etc.

A pesar de que el ser estaba radiante de felicidad cada vez que observaba sus concepciones, había algo que no encajaba, y era que había estado tan ocupado creando más y más cosas, que había olvidado la verdadera finalidad de ello, que era dejar de sentir esa deprimente soledad. Objetivo que no se vio satisfecho, ya que sus criaturas y él no podían comunicarse entre sí, debido a que habitaban distintos planos (ellos eran físicos y él no), por lo que ideó un método para que, finalmente, pudieran convivir juntos y en armonía, éste era la “mortalidad”. La mortalidad aseguraba la partida del alma de los seres vivos del mundo terrenal y la enviaba directamente al plano en el que se encontraba el ser, que más adelante, cuando la muerte hiciera sus primeras apariciones, recibiría el nombre de “Dios” por parte de los humanos.

Torrelavega, Cantabria, momentos previos a la invasión.

 

CREACIÓN DE UN MUNDO NUEVO
Por Héctor Echevarría García

En el siglo XXI unos robots conquistaron La Tierra. Ellos venían de un planeta llamado Diablo, desconocido por la Agencia Espacial Española, la Agencia Espacial Europea y la NASA.

Estos seres llegaron a Torrelavega un quince de diciembre de 2040 y empezaron a tomar las calles de la ciudad. Su súperpoder, por llamarlo de alguna manera, era el de dejar a todos los ciudadanos con la misma edad que tenían en ese momento y no envejecer ya más. Cuando los robots terminaron con la población torrelaveguense, es decir, cuando congelaron su envejecimiento en el tiempo, continuaron su expansión por el norte del país. Y así, poco a poco, llegaron a Madrid, donde decidieron hacer una excepción con los gobernantes y, en lugar de parar el paso del tiempo, les devolvieron a su adolescencia. Tras esto, retomaron su labor hasta consumarla en todo el mundo con lo que todas las personas ya existentes en ese momento se quedaron en la edad que tenían. Orgullosamente cambiaron el nombre del orbe a ‘Nunca Jamás siglo XXI’.

“Respóndeme, habla conmigo, recuerda que estoy aquí, déjame ayudarte”

 

HEROIDAS
Por Lara Peláez Martínez

El destinatario y la remitente son Luke Castellan, hijo de Hermes, y Thalia Grace, hija de Zeus, respectivamente. Ambos personajes principales de la saga de libros Percy Jackson y los Dioses del Olimpo.
Luke y Thalia se conocieron cuando él tenía 14 años y ella 12, después de haber huido cada uno de sus respectivos hogares debido al peligro constante al que estaban expuestos, causado por su mitad divina y por problemas familiares en la humana. Durante meses viajaron juntos, huyendo de los monstruos y compartiendo todo tipo de vivencias. Pero su relación acabó al morir Thalia y ser convertida por su padre en pino.
Años después, Luke, enfadado con los dioses, se unió a Cronos para traicionar a los dioses. Luego causó la resurrección de Thalia y esta, de manera desesperada, se unió a las cazadoras de Artemisa, abandonando toda compañía de los hombres.
La carta la escribe Thalia en el intervalo entre la Maldición del Titán y La Batalla del Laberinto, tras él haber contactado con Annabeth.

 

Campamento de Artemisa a 24 de julio de 2004

Querido Luke,

No sé siquiera si llegarás a leer esto, pero días atrás Annie me contó sobre tu visita y ruego, y no ha hecho más que ampliar la herida.

Cuando me ha contado sobre tu intento de volver a los viejos tiempos, no pude hacer más que intentar mantener la calma, pues un atisbo de esperanza llegó a mí, una esperanza de recuperarte, de ser la familia que prometimos ser. Pero me di cuenta de que de todo aquello que vivimos no queda más que memorias enterradas por el dolor.

Solo puedo pensar en aquel día cuando nos conocimos, me asustaste de verdad, pensé que ibas a ser otro monstruo que intentaría llevarme a la oscuridad. De hecho, estaba a punto de rendirme, no encontraba fuerza para luchar contra algo incontrolable. Pero entonces, te conocí, caprichos de las Destino quizá, y en mi corazón también de Afrodita. Te defendías con ese estúpido palo de golf, que siempre me hacía reír el verte patear monstruos con él. Podría decir que me diste fuerza para seguir, porque ahora sabía que no estaba sola.

Quizás lo hayas olvidado, pero aquella vez en la casa abandonada, después de todas las hazañas que he vivido y me quedan por vivir, puedo afirmar que el beso que me atreví a darte en la mejilla, es el acto que más miedo me ha causado realizar.

Cuando después encontramos a Annie y pronunciaste aquellas palabras, aquella dichosa promesa que no pudimos cumplir, ¿por qué prometimos a aquella niña ser una familia mejor para luego desmoronarnos por completo?

Recuerdo el miedo en tu cara el día de llegada al Campamento Mestizo. No podía dejaros morir. Sabía perfectamente que yo era el blanco principal, sabía que tenía que hacer algo para salvaros, porque tú y Annabeth erais lo único que tenía y me importaba, y no podía permitirme dejaros morir por mí.

No puedo decir si dolió mi muerte o no, fue demasiado extraño. Creo recordar oírte gritar mi nombre, repetirlo tantas veces desesperado. Jamás me había dado cuenta de la dulzura con la que lo pronunciabas, y de lo mucho que me gustaba oírte. Pero en esa ocasión no era dulce, tus cuerdas se desgarraban intentando llegar a mí, pero ya era tarde, y mi padre ya lanzaba su “salvación” sobre mí.

No creas que todos esos años convertida en aquel imponente pino los pasé sin sentir tu respiración cada vez que ibas a hablarme, sabía que estabas ahí, sabía que te dolía, pero no podía devolverte el tacto que sentía cada vez que tocabas el árbol en busca de desesperadas respuestas.

Cuando por fin desperté, estaba demasiado desorientada, no sabía cuánto tiempo había pasado ni cuánto era imaginación mía. Admito que lo primero que busqué fue tu cara entre todos aquellos desconocidos con miradas desconcertadas. No entendí que no estuvieras allí. Me asusté, pensé que podrías haber muerto, aunque si lo pienso, quizá habría cambiado el curso de las cosas.

Cuando me contaron de tu traición, me negué a creerlo, no podía imaginarte uniéndote a él. Me encerré en la cabaña de mi padre y, confieso, lloré. Lloré como no lloraba desde la desaparición de mi hermano.

El invierno pasado luché contra ti, y fue lo más difícil que he hecho en mi vida. Te veía a ti, veía tu sonrisa, tu manera de combatir, todos los recuerdos que guardaba de ti. Pero también vi la verdad, vi el odio que guardabas dentro, te enfrenté espada con espada, como cuando intentábamos entrenar con tu palo de golf y la daga de Annie, pero esta vez era verdad y nadie iba a salir bien parado de esa situación.

Al verte caer por el acantilado, creí sentir todo el aire de mis pulmones esconderse donde no pudiera alcanzarlo. Habías muerto por mi culpa. Te había vencido y tú habías perdido. Por fin te gané, por fin superé tus dotes de lucha.

Tras todo eso, ahora soy teniente de Artemisa. ¿Quién lo diría? Al final consiguieron reclutarme, cumplieron su cometido de años atrás, donde me negué. Y ambos sabemos la razón de por qué. No podía abandonarte. Pero ahora, no había nadie a quien abandonar, el único hombre al que he amado en mi vida se fue, y yo estaba enfadada con él.

Ahora, oigo de tu vuelta a la vida, de tu falsa muerte y estoy abrumada. No sé si siento enfado, desesperación o, perdonadme Dioses, incluso alegría.

Sabes que comparto tus razones de rebelión, sabes que odio tanto o más a los Dioses que como lo haces tú, pero no te das cuenta de que él te manipula, que te hace actuar de manera impensable para el niño de 14 años que conocí.

Por favor, escúchame, ven a mí, vuelve al inicio de todo. Porque sí, sé que también lo hiciste por mí, sé que es mi culpa que tu enfado con ellos haya llegado a este punto. Porque te abandoné, os abandoné a las dos personas más importantes de mi vida. Pero tú también nos has abandonado, le has dado la espalda a la promesa que hiciste. Por mucho que yo me fuera, Annabeth seguía allí, y te necesitaba, necesitaba esa figura de hermano mayor que le brindabas. Y, ¡Dioses!, ahora te necesito yo.

Hablé con Afrodita tras tu “muerte” y no quise escuchar cuando me dijo que algunos romances estaban destinados al sufrimiento, pero sí que lo siento, veo que es verdad, porque sueño contigo, te veo sufrir, y sé que tú también sueñas conmigo.

Respóndeme, habla conmigo, recuerda que estoy aquí, déjame ayudarte. Déjame sanar tus heridas como tú una vez hiciste con las mías, las cuales se están volviendo a abrir por ti. La única razón por la que soy cazadora de Artemisa es por ti. Si vuelves a mí, volveremos a huir, como la primera vez. Encontraremos una manera de solucionarlo, de regresar a los viejos tiempos. Tú y yo, contra el mundo, odiando a los Dioses al igual que a los monstruos, pero sin causar una guerra entre hermanos.

No sé cuántas reglas del código de cazadora rompe esto, pero necesitaba escribirte, y por última vez suplicarte que regreses a mí. Por favor, si queda algo del chico al que amé y amo, escríbeme de vuelta.

Siempre tuya,
Thalia Grace

‘La princesa prometida’, de Rob Reiner

 

QUERIDO WEASTLEY
Por Claudia Díez Gómez

‘La princesa prometida’ es una historia de espadachines y de combates. Tras la muerte de su amado Westley, la bella Buttercup se compromete con el heredero al trono de Florin, Humperdinck, un malvado y mentiroso príncipe, para evitar una guerra. Pero, antes de la boda, una banda de mercenarios formada por Iñigo Montoya, Vizzini y Fezzik secuestran a la joven y un misterioso pirata retará a los secuestradores para hacerse con la princesa.

 

Florin, s. XV

Querido Weastley:

Venerado señor mío, tu pérdida ha dejado un vacío muy grande en mi corazón. Mi casa, nuestra casa, está hecha un mar de lágrimas; ni como, ni bebo, ni siquiera salgo. El dolor de tu ausencia es comparable a una daga clavada en el corazón. Tu presencia sigue vigente en mí y una parte racional de mi cerebro me dice que no volveré a amar. No hay nada que pueda llenar el gran vacío que has dejado al irte.

Más quisiera yo que esta carta tú leyeras y que te dieras cuenta de que, por muchos hombres con los que esté, tú siempre serás el único. Aún recuerdo tus “te amo” escondidos en dos palabras “como desees”. Estos pequeños recuerdos quedarán guardados en mi corazón bajo llave.

Ahora que te has ido, he tenido que rehacer mi vida porque, aunque no quiera, estoy obligada. Me casaré con Humperdinck, heredero al trono de Florin, y estoy muy nerviosa por ello porque no es el hombre que quiero.

A veces tengo la sensación de que volverás a mi vida. Si eso pasara, comprenderé que mis sollozos han sido en vano y lucharé por vivir una vida a tu lado.

¡Oh mi valiente mozo de caballería! He de estar volviéndome loca por escribirte esta carta, pero para rehacer mi vida necesitaba expresarte mi amor incondicional, ese que me hacía sentir mariposas cuando te tenía delante. Cada vez que esté triste, la leeré y me permitirá recordarte. Te añoro tanto. Y ahora mi querido Westley, termino esta carta diciéndote “como desees”. Descansa en paz mi querido amor.

Tuya siempre,

Buttercup

Daenerys, destinataria de la carta de Alyssa.

 

DESDE LAS LEJANAS TIERRAS DEL NORTE
Por Julia Jiménez Goya

En la antigua Edad Media entre continentes y guerras hay un romance prohibido, pero también más ardiente y real que cualquier otro. Este amor se da entre Alyssa, de la casa Stark, y Daenerys, de la casa Targaryen, mientras todo Poniente está en guerra y solo hay fuego y sangre. Alyssa no puede ver a Daenerys, ya que sus familias forman parte de la guerra y están en bandos separados. Aún así, no hay nada que detenga a Alyssa y hará todo lo posible por poder verla.

Las lejanas tierras del norte
Año 1460 a. C

Hola mi amada,

No sé si esta carta llegará a ti. Llevo semanas intentando comunicarme contigo, saber cómo estás, qué es de ti y de tus dragones, y si me echas tanto de menos como lo hago yo.

Mi amor, no soporto esta guerra, y que me tenga tan lejos de ti. No soporto el hecho de que te hayas tenido que casar. Lo único que me mantiene cuerda es que no fue por amor y que tu corazón aún es mío.

Oí a mis hermanos hablar sobre las estrategias. No me dejan entrar en la sala de reuniones, pero pude escuchar su próximo ataque, no queda demasiado. Intentaré colarme entre las armadas y dormiré junto a los caballos. Con barro y ropajes de hombre nadie se dará cuenta de quién soy. De esta manera podré llegar a ti antes que ellos y nos escaparemos juntas. Espero que te llegue esto a tiempo, amada mía, no soportaría perderte, no otra vez, y mucho menos definitivamente.

Una vez llegue a ti nos escaparemos por los túneles de tu fortaleza. Son grandes y caben tus tres dragones. No tendremos problemas para escapar y, si así fuera, por lo menos podremos luchar juntas.

Solo sabe esto mi hermana Aria, no nos dará problemas. Es lista y comprende mis motivos. Ella tampoco quiere la guerra, y si me puede ayudar a salir de ella lo hará, estoy segura.

Con esto, mi amada, termino la carta, ya que llaman con insistencia a mi puerta. Espero que lo leas y te sientas dichosa de poder hacerlo. Por favor no sigas con esto y huye conmigo,

Tu amada,
Alyssa

 

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