El colegio Julio Blanco de Santander ha tenido que replantearse la recta final del curso por la llegada de la pandemia de la Covid-19 y, entre otras actividades, ha querido que su alumnado de 4º de ESO realice su ‘Diario de cuarentena’. Así, varios estudiantes han reflejado en unos vídeos cómo han organizado sus vidas durante el confinamiento. Gracias a las nuevas tecnologías y al esfuerzo el centro educativo de Cueto ha creado espacios para nuevos retos y oportunidades.

Son muchos los que dicen que los centros han cerrado sus puertas durante estos meses. Si hablamos del edificio físico, sí. Si hablamos del espacio educativo como tal, no. Durante estos meses hemos tenido que dar un giro de 180° a nuestra forma de enseñar, nuestro método de trabajo y adecuarnos al uso de nuevas tecnologías, con todas las dificultades y esfuerzo por parte de toda la comunidad educativa que eso conlleva. Sin embargo, podemos decir que se han creado espacios para nuevos retos y oportunidades. Desde nuestro centro, colegio Julio Blanco, estamos elaborando un sinfín de actividades que nos mantienen unidos a nuestro alumnado, aunque sea a través de una pantalla.

«En estos momentos tan anacrónicos y un tanto angustiantes para algunos (chicos y grandes) comenzar a escribir un diario de cuarentena puede ser un muy buen plan para darles un orden, una nueva motivación y un incentivo (…)”, opina la periodista y escritora Magela Demarco, autora de libros infantiles.

En este sentido, las alumnas y alumnos de 4º ESO han elaborado un ‘Diario de cuarentena’. El trabajo consistía en redactar una reflexión personal sobre cómo se han enfrentado al virus a lo largo de estas semanas. De este modo, han trabajado diversas competencias, ahora que están a la orden del día: la competencia lingüística a la hora de ordenar las ideas y el progreso de sus sentimientos desde marzo hasta ahora; la expresión oral, para poder reflejar sus emociones a través de un audio; la competencia digital, escogiendo imágenes acordes al mensaje y editando el vídeo con el que apoyar sus vivencias; pero sobre todo, la conciencia social: este trabajo ha sido un ejercicio de retrospección, de incentivar a los alumnos a documentar su realidad y mirar lo que nos rodea, así como lo que sucede, con otros ojos.

 

Los espacios físicos han cambiado, las metodologías y formas de contacto también. Sin embargo, el trabajo que estamos realizando en el Julio Blanco sigue siendo el mismo o incluso mayor. Podemos, a partir del cambio, convertir a nuestro alumnado en disparador para que despierte su imaginación y sentido crítico, siendo el protagonista indiscutible de su proceso de aprendizaje. En estas semanas se respiran aires de cambio en el mundo de la educación.