El mural de puzles que abarca varias paredes del instituto José del Campo de Ampuero, y que está formado por una 700 piezas de un tamaño aproximado de 25 por 25 centímetros, se comenzó desde el departamento de Educación Plástica en el curso 2007-2008 con el planteamiento de crear una obra colectiva que creciese con el paso de los años y que permitiese dejar a sus participantes una huella personal duradera.
El mural era una propuesta abierta, que no fuese necesariamente resultado del trabajo lectivo y sí, en muchos casos, voluntaria, con un destinatario que a la postre fuese toda la comunidad escolar.
Se necesitaba que cada persona dispusiese de un elemento modular prefijado para, dentro de él, poder expresarse libremente. Tras barajar varias opciones, según señala el profesor de Educación Plástica, Santiago Sobrino, finalmente se optó por una elaboración “en puzle” más o menos convencional, una única forma de pieza que permitiese encajar con la contigua mediante un giro de 90 grados. Como el material tenía que ser permanente, se aprovechó el taller de modelado en arcilla y el horno de cerámica del instituto y se diseñó un troquel que cortase las placas de arcilla según el modelo ya mencionado. Las piezas de barro ya cocido, con distintas decoraciones cerámicas, se fijaron después en las paredes del centro con masilla de fijación rápida, según un orden más o menos aleatorio.
Tanto la creación de la mayoría de las piezas como su instalación han sido trabajo de alumnos de diversos niveles, aunque hay también obras del personal laboral, de numerosos profesores, de lectores de inglés. En este curso 18-19 la colocación en la pared ha sido realizada por los alumnos de Valores Éticos de 4º de ESO.
Así, después de once cursos, el resultado es una especie de puzle con una forma irregular, abierta y con huecos; inacabable y muy variado, que se va extendiendo de forma poco previsible por diferentes ámbitos del edificio principal.