El alumnado del segundo ciclo del colegio Miguel Bravo-AA La Salle de Santander ha trabajado sobre algunas de las emociones gracias a los retos de Afinity, un técnico de sonido misterioso con unos retos muy interesantes.
Cuando llegamos al cole encontramos en el corcho de las escaleras una imagen que no sabíamos qué era, pero comentábamos entre nosotros que conectaba el corazón con el cerebro con una especie de cuerdas.
Unos días más tarde, al volver del recreo, nos encontramos un montón de letras y notas musicales pegadas en las paredes de nuestras clases. Se trataba de un jeroglífico que teníamos que descifrar. Teníamos una parte de un texto que no tenía mucho sentido, así que nos pusimos a pensar entre todos: que si las figuras, que si las letras con las notas, colocarlas en el pentagrama, que si las palabras… Cada clase consiguió encontrar un texto, que resultó ser parte de una frase más larga que se construyó entre las cuatro clases y decía así: “Hola 2º ciclo, mi nombre es Afinity. Solo decir que soy técnico de sonido. El lunes comenzamos a afinarnos. ¿Tenéis ganas? ¿Preparados?” Estábamos todos preparados y con muchas ganas de conocer a ese técnico de sonido llamado Afinity.
Otro día nos encontramos su silueta en la ventana, así que sabíamos que andaba por el Miguel Bravo. En música nos empezamos a preparar para ser técnicos de sonido, como Afinity. Descubrimos lo que hacen e incluso mezclamos y editamos unos sonidos que nos quedaron muy bien.
Afinity nos dejó una imagen y, a partir de ella y con una melodía, fuimos reflexionando qué era lo que nos quería enseñar sobre la gratitud. Completando unas fichas fuimos reflejando todo lo que íbamos aprendiendo sobre este valor.
En cada clase aparecieron unos buzones donde empezamos a dejar mensajes para dar gracias a todo aquel o aquello que creíamos que lo mereciera. A través de una autoevaluación, vimos cómo de agradecidos somos, si somos conscientes de todo lo que tenemos, cómo nos sentimos al serlo o no serlo… Además, nuestros compañeros nos dijeron cómo nos ven desde fuera y nos llevamos muchas sorpresas. El grupo nos ayudó a mejorar para que, entre todos, este valor permanezca.
También construimos un ecualizador, esa máquina que usan los técnicos para graduar los graves y agudos del sonido. En nuestro caso, graduaremos en qué nivel utilizamos las distintas estrategias, que nos ayudarán a regular nuestras emociones.
Cuando pensábamos que Afinity ya había terminado su tarea, nos dejó otra imagen, junto con una melodía con las que trabajamos el valor de la serenidad.
Una mañana comenzamos a oír una música misteriosa y en las clases nos encontramos un paquete con esta carta:
“¡Buenos días, chicas y chicos! ¿Pensabais que me había olvidado de vosotros? He estado observando vuestros avances en todo lo que habéis aprendido. Sé que a algunos os ha podido costar un poco más que a otros entender en que consiste la gratitud, pero no pasa nada. ¿Estáis preparados para seguir “afinándonos”?
He vuelto para lanzaros un reto. Consiste en hacer entre todos tres construcciones. Cada una tiene muchísimas piezas y no podéis perder ninguna. ¿Queréis saber cuántas? 8 C+5 D ¡Aproximadamente 1 UM!
Para ello es importante que trabajéis en equipo y colaboréis. Deberéis ayudaros entre todos, ya sabéis que juntos se llega más lejos. Es un reto complejo, habrá momentos difíciles, de desaliento y frustración, pero juntos podéis lograrlo, siempre y cuando tengáis paciencia y sepáis mantener la calma. Trotamundos, Invencibles, Abejas y Pingüinos, ¡confío en vuestra capacidad para trabajar juntos!
Nos vemos pronto.
Afinity”
Al abrir el paquete descubrimos una agradable sorpresa: ¡había tres kits de robots de Lego! Estábamos encantados y con muchas ganas de comenzar el nuevo desafío que Afinity nos había lanzado.
Con este reto pudimos poner en práctica el valor de la paciencia, la calma… en definitiva, sentir serenidad y la alegría y satisfacción de conseguir superarlo trabajando en equipo. En cada clase nos dividimos en tres equipos para encargarnos cada uno de una construcción diferente: unos hicimos un gato, otros un robot y otros una guitarra. A medida que íbamos avanzando en la construcción, siguiendo las instrucciones de una aplicación en una tablet, se nos iban planteando retos de programación con bloques para interactuar con las construcciones con las que estábamos trabajando.
¡Fue una experiencia que recordaremos mucho tiempo porque nunca habíamos hecho algo parecido en el colegio y la disfrutamos mucho!