El texto literario y el informativo han sido dos de los formatos elegidos por estudiantes del colegio San José de Santander para participar en el IV Concurso InterAulas de periodismo escolar. En esta ocasión publicamos cuatro trabajos de este centro educativo presentados a la categoría ESO, Bachillerato y Ciclos formativos, modalidad individual, en los que abordan temas como los TCA, la alimentación equilibrada o los desperdicios alimenticios.

SIN COMIDA NO HAY VIDA
Por Ivana Ojeda Espinosa. 3º ESO. 

Cielo, una chica de 16 años que a lo largo de toda su vida, desde la infancia hasta la adolescencia, ha recibido comentarios negativos sobre su cuerpo, se ve envuelta en un TCA. Descubre lo verdaderamente importante que es la comida para nuestro organismo y puede darse cuenta de que dejar de comer no es la solución. 

Era domingo, uno de los días que más odian los adolescentes, pues por la mañana puedes descansar pero por la tarde solo te dedicas a pensar que mañana vuelve tu rutina, esa a la que nunca queremos regresar.

Me encontraba viendo TikTok, una aplicación que nos puede ayudar con muchas cosas, pero también dañarnos con muchas otras. En mi caso fue el segundo. No culpo a las personas que hicieron vídeos relacionados con el tema de los trastornos alimenticios. Culpo a mi propia mente, que me envolvió en toda esta pesadilla de la que me costó salir todos los días. Tras largas horas de ver nuevas dietas, de ver rutinas de ejercicio, de cómo hacer ayuno, decidí que yo también me iba a convertir en una de esas personas delgadas, pues igual de esa manera la gente me comenzaba a valorar y querer.

Al día siguiente decidí levantarme a las cuatro de la mañana, no porque tuviese algún examen que repasar o para llegar a tiempo a la escuela. Decidí despertarme a esa hora para poder hacer ejercicio. No aguantaba otra mañana más sin sentir asco cada vez que me miraba al espejo. Así que decidí hacer las rutinas que el día anterior había estado observando, sin saber que desde ese entonces todo mi alrededor se iba a convertir en una pesadilla de las que te cuesta escapar.

Después de dos largas horas paré, pues mi organismo no podía más. Con tan pocas horas de sueño y sin ningún alimento ingerido podía empezar a tener la sensación de mareo. Me preparé para ir al colegio y decidí no desayunar, de esa manera empezaría a adelgazar un poco más. Los primeros comentarios que recibí al llegar fueron de mis amigas preguntándome si estaba bien ya que me veían con mala cara. Decidí responder que sí, que solamente no había descansado muy bien, tampoco quería preocuparlas, era demasiado temprano como para que comenzaran a sospechar.

Llegó la hora de la comida. Decidí no servirme mucho. Mis padres no dijeron nada, creerían que no tendría mucho hambre ese día, aunque lo cierto es que deseaba comer un buen plato, pero de esa manera iba a seguir siendo igual, y eso era algo que no soportaría. Deseaba que la gente me empezase a valorar y respetar, y que al mirarme al espejo sonriera, en lugar de que esas lágrimas se volviesen a escapar por mi rostro. No merendé nada. Mis padres se habían ido a trabajar y cuando llegasen podía mentir con que había comido mucho por la tarde y me dejarían no cenar. Así que eso fue exactamente lo que hice. Cuando llegó la noche quería poder dormir temprano, pero por mi cabeza solo rondaban pensamientos, así que acabé durmiéndome a las dos de la mañana para levantarme dos horas después y comenzar con la rutina del día anterior.

Habían pasado tres largas semanas y ya sentía que me iba a morir. Sí que es cierto que cada día recibía más preguntas por parte de mis padres y de la gente de mi alrededor, pero agradecía a mi mente que funcionaba rápido y sabía dar una excusa buena a cada cosa que me decían. En vez de hacer rutinas solo por la mañana también empecé a hacerlas por la tarde y, cuando podía, salía a correr, ya que mientras estaba haciendo cosas mi mente se callaba y eso era lo que más deseaba: que esos pensamientos se pusieran en silencio. No aceptaba ninguna salida, eso haría que en alguna de esas quedadas acabáramos comiendo y no me lo permitía, no me merecía darme ningún capricho.

Aunque no os lo creáis, ya han pasado tres meses desde entonces, días en los que deseaba que todo esto terminase, cada vez que llegaba al peso que me proponía quería seguir adelgazando más. El cansancio acumulado produce que no tenga ni las mínima energía, no tengo ni ganas de levantarme de la cama, el no comer hace que mi mal humor aumente, lo que ha causado que trate mal a la gente de mi alrededor. Las amigas que tenía en el colegio se han ido apartando de mí, no soportaban que alguien estuviese a su lado con mala cara todos los días, así que se acaban alejando. Creo que ese era mi principal objetivo además de adelgazar: no quería que las personas se preocupasen de mí, así que las alejaba.

Las únicas personas que se han quedado durante el camino han sido mis padres. Un día estaba en mi cuarto y escuche un llanto que venía del salón. Reconocí que era mi padre y mientras lloraba decía: «¿por qué nuestra niña pequeña no quiere comer?». Esa misma tarde mi madre vino a hablar conmigo y me dijo «es que no se como puedo ayudarte, cariño». Varias lágrimas caían por su rostro, y eso produce mucho malestar en mí, ya que no solo me estoy causando dolor a mí misma, también estoy dañando a las personas que quiero.

Al día siguiente mi madre vino a hablar conmigo, esta vez de una manera más seria. No sé cómo sucedió, pero le acabé contando todo lo que me pasaba. Sí que es cierto que al segundo me arrepentí, pero ahora agradezco haberlo contado en ese momento, ya que después de la tormenta conseguí ver la luz.

La decisión que tomamos fue ir al psicólogo. Al principio me negué, no quería contarle a un extraño todos mis problemas, pero creo que ha sido de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.

Los primeros días me preguntó cómo había llegado a todo esto, qué lo había causado. Gracias a la terapia empecé a salir más de mi casa, conseguí hacer nuevos hobbies para mantenerme ocupada y no tener atracones y evadirme en mis pensamientos.

Acabé aprendiendo que dejar de comer no es la solución, que sin comer nos podemos morir, como pasa con miles de personas al día. El hambre es una de las principales causas de muerte, en especial en niños pequeños. Sin comida no hay vida.

Lo que más cuesta de tener un trastorno es lograr pedir ayuda, pero una vez que lo logras todo es más sencillo. Sí que es cierto que hay recaídas en el proceso, pero eso es normal, hace que también te vuelvas más fuerte.

Agradezco tanto haber pedido ayuda ese día… porque puede que si no lo hubiese hecho hoy no estaría contando mi historia, y prefiero contar yo mi vida y no que otras personas la cuenten de otra manera. Fue uno de los momentos más oscuros de mi vida, en el que creía que nunca iba a lograr estar bien, pero como le solía decir a una amiga: «todo va a estar bien aunque tu creas que ahora no».

Y aunque nunca nadie va a saber lo que yo viví, sí estoy segura de que me pueden entender. Porque todos alguna vez estuvimos absurdamente tristes, absurdamente muertos o absurdamente vivos. En fin, absurda.

 

COMER CON SENTIDO EN FAMILIA
Por Madeline Olivos Velásquez. 4º ESO. 

En un día soleado Lizeth, una niña de una familia humilde y sencilla con tan solo 7 años, ayuda con las tareas del campo a su abuelo Emiliano y su abuela María, quienes eran ya adultos mayores. Sin embargo, Alexis, hermano de Lizeth de tan solo 8 años, un niño astuto, ágil pero deficiente, no colaboraba en las tareas del campo ni del hogar.

Un lunes por la mañana, como todos los días, Lizeth se levanta a las 5:30 de la mañana para ordeñar las vacas junto a Emiliano, mientras que María se encarga de recoger los huevos de las gallinas en el gallinero. Entonces Lizeth se da cuenta de que su hermano no está ayudando en nada y sigue en cama viendo la televisión. Entonces se dirige a Alexis y le comienza a reñir porque no ayuda viendo que aquí todos colaboran para salir adelante y buscar el alimento de cada día. A pesar de lo que le dijo su hermana, a Alexis no le importó y siguió con lo suyo. Aquella niña de corazón noble y sensible se fue hacia su dormitorio y rompió en llanto, puesto que ella entiende la situación por la que pasan sus abuelos, ya que no cuentan con una buena economía: viven de las cosechas del campo, de la ganadería y algunos productos de limpieza entre otros traídos de la ciudad, que vecinos les brindan como muestra de apoyo y solidaridad.

Lizeth, después de estar llorando en su habitación, escucha que sus abuelos la llaman a lo lejos. Ella se limpia las lágrimas y corre hacia ellos, pensando que quizás les pudo ocurrir algo. Al llegar al lugar, se encontró con la sorpresa de que en el gallinero habían nacido más pollitos. Ella saltó de la emoción puesto que siempre se alegraba de la ternura que daban estos animalitos. Lizeth junto a sus abuelos procedieron a colocar el alimento a las gallinas y se fueron a casa.

Eran ya las 10, era hora de tomar desayuno, todos colaboraban: María preparaba la avena para tomar, Lizeth se fue por el pan, Emiliano estaba preparando el queso que iban a comer, y Alexis, al ser regañado por su hermana y haberla escuchado llorar por su actitud, se dio cuenta un poco de lo que había causado y, al sentirse culpable por eso, decidió ayudar a tener lista la mesa y prepararse para cuando viniera su hermana disculparse con ella, ya que a él le costaba mucho demostrar sus sentimientos, era muy frío en ese sentido.

Posteriormente, Lizeth regresó a casa feliz y saltando de la alegría puesto que se había enterado de que iban a realizar un concurso en el pueblo de la mejor comida ancestral elaborada a base de cosechas. Les dijo a sus abuelos que prendieran la televisión, que iban a transmitir más detalles en el programa que diariamente ven en familia. Se dieron con la sorpresa de que era cierto y el plato con mejor comida ganaría un premio en efectivo. La familia saltó de la emoción puesto que ellos necesitaban el dinero para cubrir algunas necesidades esenciales del hogar.

La fecha del concurso era en una semana. Tenían que ir a inscribirse en el local comunal del pueblo. Alexis llamó a su hermana para pedirle perdón por su actitud y le dijo que iba a mejorar porque no le gustó verla así de triste por su culpa. Lizeth, ante lo que le dijo su hermano, decidió perdonarlo y confió en él para su mejora.

Una vez inscritos en el concurso, la familia se puso manos a la obra con entusiasmo. Lizeth, con su corazón noble y su espíritu generoso, propuso una idea que emocionó a todos, en lugar de simplemente preparar la mejor comida para ganar el premio, decidieron darle un sentido especial a su participación en el concurso.

Con la ayuda de sus abuelos y el compromiso de Alexis, se propusieron crear un plato que no solo fuera delicioso, sino que también contara una historia significativa sobre sus raíces, su familia y la importancia de la comunidad.

Durante los siguientes días, la familia se dedicó con fervor a recolectar los ingredientes frescos y tradicionales de su campo y a preparar la receta ancestral que habían heredado de generaciones anteriores. Lizeth, con su creatividad e ingenio, agregó pequeños toques personales que realzaban aún más el sabor y el significado del plato.

Mientras trabajaban juntos en la cocina, compartieron historias y recuerdos, fortaleciendo los lazos familiares y celebrando su herencia cultural, en donde los abuelos contaban a sus nietos sobre otro tipo de tradiciones ancestrales que practicaban en su juventud como la Pachamama cuyo nombre tenía un significado: Pacha significaba universo, mundo, tiempo, lugar, mientras que Mama es madre. Esta adoración a la Madre Tierra, significa el agradecimiento por las cosechas y el buen tiempo, por los animales y la abundancia del suelo. A través de ello, los hermanos se dieron cuenta de que comer no solo era una cuestión de alimentar el cuerpo, sino también de nutrir el alma y mantener vivas las tradiciones que los unían como familia.

Finalmente llegó el día del concurso. Con el plato cuidadosamente elaborado en sus manos y los corazones llenos de emoción, la familia se presentó ante los jueces y compartió la historia detrás de su creación. Explicaron cómo cada ingrediente representaba un pedazo de su historia y cómo el amor y el trabajo en equipo habían dado vida al plato que tenían ante ellos.

A medida que los jueces probaban la comida y escuchaban la historia, se podía sentir la conexión y el sentido de comunidad en el aire. Y cuando llegó el momento de anunciar al ganador, no solo se celebró el sabor excepcional del plato de la familia, sino también el significado más profundo que había detrás.

Aunque no se llevaron el premio en efectivo, la familia se fue del concurso con algo mucho más valioso: la satisfacción de haber compartido su historia y su comida con sentido, recordando que en la mesa se comparten más que solo alimentos, se comparten historias, amor y tradiciones que perduran a través del tiempo. Y en ese momento, Lizeth, Alexis y sus abuelos entendieron que comer con sentido era mucho más que satisfacer el hambre: era alimentar el alma y mantener viva la conexión con sus raíces y su familia.

 

NOTICIAS MSJ
Por Miriam Somaza Talamillo. 3º ESO. 

La comida y la salud

Buenos días, lectores. Como cada semana os traemos un nuevo tema para informar y aprender: los alimentos y la salud. Este es un tema muy serio y, por lo tanto, es necesario concienciarnos de todo lo que ocurre antes y después de comernos un alimento.

La dieta saludable

¿Qué es una dieta saludable? La dieta saludable es aquella que aporta los nutrientes adecuados según las necesidades individuales de la persona para el mantenimiento de su salud y que cubre las demandas energéticas del organismo.

Una dieta sana que se adapte a nosotros es muy importante. Esta debe ser equilibrada, saludable, agradable, económica y segura (a nivel higiénico). Estos son aspectos que debemos tener en cuenta a la hora de decidir qué comer, ya que una buena dieta nos ayuda a evitar algunas enfermedades como las cardiopatías o la diabetes. Además, alimentos como las frutas o las verduras nos aportan vitaminas y nutrientes muy necesarios para nuestro cuerpo.

Los tipos de alimentos

Podemos diferenciar siete grupos de alimentos que son necesarios equilibrar en nuestra dieta. Estos son: los cereales, las verduras, las frutas, los lácteos, las carnes y las legumbres.

Los alimentos y su origen

Es importante saber de dónde vienen los alimentos que consumimos y se deben elegir los alimentos que procedan de zonas cercanas para apoyar al medio ambiente reduciendo los desechos y los gases perjudiciales para la atmósfera.

Elegir productos locales ayuda a los agricultores y ganaderos.

Las comidas imprescindibles

Comer cinco veces al día nos ayuda a quemar calorías mediante la digestión, mantener activo nuestro metabolismo, sentirnos satisfechos y consumir los nutrientes que necesitamos para estar enérgicos durante todo el día.

Las comidas más importantes son el desayuno, la comida y la cena pero añadir un almuerzo y una merienda entre ellas es mucho mejor para no quedarnos con hambre y estar más enérgicos.

Curiosidades

Para finalizar, tenemos unos datos curiosos sobre los alimentos. ¿Sabías que…?

  1. Los plátanos, la piña y el chocolate tienen una sustancia natural que hace que las personas seamos más felices.
  2. La Coca-Cola fue la primera bebida que se ha consumido en el espacio exterior.
  3. Las cebollas, las patatas y las manzanas tienen el mismo sabor, solo se diferencian por el olor. Si no te lo crees intenta comerlas tapándote la nariz.
  4. Si te gusta masticar chicle no estaría mal que supieras que uno de sus ingredientes es el caucho.
  5. El arroz es el alimento que consume principalmente la mitad de la población mundial.
  6. Un estudio ha demostrado que comer chocolate ayuda a vivir más tiempo.
  7. Las semillas de amapola te ayudarán con el estrés ya que actúan como tranquilizante nervioso.
  8. El agua es el único nutriente que no tiene vitaminas.

 

IMANI
Por Isabel Sofía Villegas García. 3º ESO. 

Hola me llamo Imani y soy de Senegal. Nací en un pequeño poblado siendo la menor de cinco hermanas. Desde muy pequeña he sido consciente de que la economía de mi familia era muy mala. Entre que mi padre se gastaba el poco dinero que teníamos en apuestas y que mi madre era ama de casa, vivíamos a duras penas.

Durante una temporada podíamos subsistir, pero mi padre nos abandonó y la única fuente de ingresos que teníamos se esfumó. Mis hermanas mayores trabajaban, pero lo que ganaban no era suficiente y cada vez la situación empeoraba. La comida que se compraba no era suficiente para todas, esto llegó al punto en que varias de mis hermanas y yo llegamos a la desnutrición severa. Sin exagerar: estábamos en los huesos. Lo recuerdo y me dan escalofríos de pensar en cómo me encontraba físicamente. Era espeluznante, era un esqueleto andante.

Afortunadamente estuve así durante poco tiempo, porque llegó a nuestro poblado una ONG que se enteró de nuestra situación y nos ayudó muchísimo. Yo volví a subir de peso gracias a la buena alimentación que prácticamente me regalaban y mis hermanas consiguieron mejores trabajos y mejor pagados. Siempre voy a estar agradecida con las personas que nos ayudaron en ese momento tan difícil, fueron como un milagro.

Después de muchos años en esa situación emigré a España, concretamente a Madrid, donde me encuentro ahora, en busca de una vida mejor y más cómoda. Al comienzo todo era nuevo y complicado para mí: empecé trabajando en lo que encontraba, por ejemplo de jornalera, limpiadora o de limpia platos, en este último me di cuenta de toda la comida en buen estado de que se desperdicia y se tira.

Fui contratada por un restaurante bastante famoso en la ciudad que tenía muy buena reputación. No me quejaba de nada en ese trabajo. No me pagaban una millonada pero para lo que hacía, el sueldo estaba muy bien. Recuerdo que la primera semana trabajando en el sitio veía cómo tiraban platos de comida casi enteros y muchos alimentos que por no tener un aspecto perfecto eran desechados. Además, con el tiempo, también me fui dando cuenta que a nadie le importaba que eso se tirara. A mí eso me partía el alma porque yo era muy consciente que toda esa comida se podría aprovechar. Así que le pregunté a mi jefe por qué tiraban esa comida en vez de dársela a gente que la necesitaba. Su respuesta me dejó muy desconcertada: me dijo que las normas del restaurante eran que toda esa comida se tirase, que si la llegabas a coger y llevártela a casa o algo parecido, era motivo de despido. Era algo injusto, esa comida se podía aprovechar.

Desde entonces he ido creando mi propia organización sobre el desperdicio cero, yo tenía que hacer algo para que ese tipo de situaciones no ocurrieran más. Mi organización se encarga de estar en contacto con ciertos restaurantes y establecimientos ligados a la industria alimentaria. Nosotros recogemos la comida que está en perfectas condiciones pero, por alguna razón, no se ha vendido o comido y la llevamos a comedores sociales donde personas en situación de calle pueden ir a comer sin tener que pagar a cambio. Yo me propuse que si estaba en mis manos, no iba a dejar que nadie pasara por lo que yo pasé en mi infancia.

Así que ya sabes: tú puedes tener un plato de comida siempre que quieras, pero hay muchas otras personas que no. Valora lo que tienes y piensa antes de tirar.

 

Más información:

https://interaulas.org/actualidad/ganadores-del-iv-concurso-interaulas-de-periodismo-escolar/