«Nuestro destino, el de todos los humanos, se encuentra en manos del futuro. Se encuentra en nuestras manos». Ainhoa y Lucía, alumnas de 4º de ESO del CC Sagrados Corazones de Torrelavega, han participado en el II Concurso InterAulas con esta reflexión sobre el impacto del COVID-19 en nuestras vidas y, especialmente, en el medioambiente.

El otro día, después de una agotadora jornada, decidí ir a la playa para despejarme un poco de los estudios y respirar ese aire fresco que tanto me tranquiliza. Cuando estoy en ese lugar me gusta fijarme en la forma de las olas y buscar brillantes conchas por la arena. En aquel momento, por sorpresa, encontré una mascarilla que había sido traída por la fuerza del mar tirada sobre aquel manto color dorado caramelo.  Esto nos puede resultar común, ya que desgraciadamente es algo normal actualmente… pero ver aquel tapabocas contaminando la reluciente arena me hizo pensar: ¿Tenemos tan poco respeto hacia nuestra salud que tiramos éste tipo de objeto al suelo? Hiere ver como nosotros, los habitantes del planeta, hemos llegado a un nivel de odio hacia todo lo que nos rodea que somos capaces de desechar un objeto que, en otro momento fue primordial para nuestra salud y seguridad. Al parecer, nuestro principal objetivo es hacer aquello que menos nos cuesta, en vez de lo considerado correcto. Asimismo, esta cuestión no solo nos afecta a nosotros, los seres humanos, sino a todos los seres vivos, en especial a la fauna marina, que al estar sumergidos en el profundo y lejano océano pasan desapercibidos para nosotros.

Según un estudio realizado por profesionales de la materia, en estos momentos en el mar habitan más mascarillas que medusas. Teniendo en cuenta que la amplia superficie azul es hábitat natural de estos animales, debería resultarnos insultante este dato, pues somos los culpables de ello. Inconscientemente, arrojamos materiales no desechables sin importarnos las graves consecuencias que esto conlleva. ¿Podríamos vivir con cuatro gigantes que nos arrojaran piedras al tejado de nuestra casa? Probablemente vuestra respuesta sea no, al igual que la mía, pero esto hace que reflexionemos acerca de nosotros y no acerca de los habitantes submarinos, que son seres vivos con el mismo derecho a vivir en el planeta que nosotros.

La pandemia ha causado que los efectos negativos del ser humano hacia el medio ambiente se dupliquen. Es extremadamente duro ver como la esencia azul del planeta se convierte en un sucio vertedero en el cual se ha normalizado arrojar toda la basura, sin importar la vida de los que allí habitan. 

Pero como todo, este asunto no es completamente de color negro, sino que también hay una parte de colores vivos de la que se puede obtener un pequeño provecho. El COVID-19 ha provocado que la cifra de turistas que visitan la zona de costa haya descendido de manera drástica, ya que las medidas sanitarias impuestas han pausado este sector en la economía nacional de cada país. Ya no hay tantos ilustres cruceros o barcos navegando y, además, la demanda de productos pesqueros ha menguado, por lo tanto, este otro tipo de contaminación influye de una manera menos intensa en la vida marina. No penséis que estas consecuencias perjudican al resto sino que, nosotros mismos, somos receptores de los errores que cometemos. La vida terrestre también sufre estos actos. Somos nuestros propios enemigos.

En cuanto al sector social, muchos habitantes, no solo del país, sino de todo planeta, han perdido su empleo por la culpa de este “bicho”, y otros hemos tenido que pasar horas y horas entre las mismas paredes, transmitiendo nuestra angustia por pantallas, sin abrazos, sin caricias, sin sonrisas…. Esto ha afectado a muchos grupos, en especial a los jóvenes, debido a su continua necesidad de socializar con los de su entorno.

Aparte de todo esto, el covid ha hecho que descienda la contaminación, ya que durante los meses de confinamiento no era común ver coches, autobuses o camiones circulando por las carreteras, y esto hizo que disminuyeran las emisiones de CO2 en la atmósfera. Además, este terrible microorganismo ha provocado que nuestra vida sea más sedentaria, por lo tanto convivimos en nuestras propias casas y vemos menos el exterior, y de éste modo, la tala de árboles se ha reducido debido a la poca necesidad de nuevas infraestructuras y nuevos lugares de ocio. 

La pandemia nos ha cambiado. Sí, ha cambiado nuestro planeta y, por mucho que lo intentemos, ya nada volverá a ser como antes.  A lo mejor hemos obtenido tiempo para reflexionar más y madurar respecto al año en el que comenzó esta guerra de bombas invisibles, la cual ha hecho que creemos un bando para vencer esta batalla, un bando conjunto, un bando mundial, que a pesar de la distancia, nos ha conectado más. Ahora tenemos algo en común: la necesidad de volver a vivir como antes, sin ninguna mascarilla ni impedimento que haga que dejemos de realizar planes y ver nuestros diferentes y únicos rostros sin entorpecimientos. ¿Quién nos iba a decir hace unos años que íbamos a sobrevivir ante una pandemia mundial?  

Nos hemos caído y estamos aprendiendo a levantarnos y remontar. La respuesta para esto está en el futuro y nosotros somos sus dueños, pero también está en nuestras acciones presentes, y por ellos debemos luchar, ahora que nos hemos unido tanto, frente a este problema global que nos altera a todos. ¿Qué haremos cuando acabe el coronavirus y nos enfrentemos a una realidad que lleva tantos años afectando? ¿Miraremos a otro lado o viviremos de recuerdos?

Debemos hacer que este trastorno sanitario que tantos meses, días y años nos ha robado no traiga consecuencias mayores en el próspero pero inquietante futuro, y que no afecte al resto de seres, procurando evitar también que no nos maneje a nosotros como marionetas, haciéndonos disfrutar del mayor regalo que nos otorgan. Pues sí, la vida es un regalo. Un regalo desaprovechado. Ese aire puro y fresco, las tierras fértiles y las inquietantes olas del mar… No debemos olvidarnos de todo aquello que ya ocurrió, pero tampoco deshacernos del porvenir, dejando atrás esa tendencia de vivir con prisa y sin mirar alrededor. 

Porque este asunto pide un cambio a gritos. Un cambio para seguir viviendo. 

Nuestro destino, el de todos los humanos, se encuentra en manos del futuro. Se encuentra en nuestras manos.

 

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https://interaulas.org/actualidad/trabajos-ganadores-en-el-ii-concurso-interaulas/