Los estudiantes de ESO del colegio San José de Santander han utilizado varios formatos para participar en el Concurso InterAulas. En esta primera entrega de sus trabajos puedes encontrar varios relatos, además de un vídeo, un dibujo, un cartel y dos poemas.

 

NAYARA
Por Zoey Nicole Cando. 1º ESO.

Había una vez una niña de siete años llamada Nayara que vivía en un país muy pobre donde ni siquiera tenían para comer. Ella vivía con sus tres hermanos y con su madre, ya que su padre cuando ella tenía tres años se fue a buscar comida, pero nunca volvió…
Sus hermanos tenían tres, cinco, y seis años y nunca tenían nada para comer, ellos vivían en una pequeña cabaña ya que no tenían una casa y su madre no encontraba trabajo en ningún sitio.
Un día ella estaba sola dando un paseo cuando se encontró un folleto donde veía que algunas personas iban en camiones para llegar a otros países y que después de eso tenían una vida mejor a la que ella tenía con su familia en ese país. Así que decidió llevarle el folleto a su madre. Cuando su madre lo vio tenía mucho miedo de que le pasara algo a su hija, pero pensó que era la única opción que tenían, así que rápidamente, con un par de contactos, le consiguió trabajo en uno de esos lugares a su hija.
Y llegó el día. Ella se despidió tristemente de su familia, pero con la esperanza de tener un mejor futuro, y se fue… Lo primero de lo que ella se dio cuenta es de que no iba sola. Después de un par de días llegaron, pero ella se dio cuenta de que ese lugar no era como el que su madre le había dicho, pero no dijo nada.
Se supone que Nayara iba a trabajar recogiendo granos de cacao a cambio de tener algo que comer y también algo de dinero, pero esto era muy diferente a lo que ella pensaba. A Nayara y al resto de niños les obligaban a trabajar todo el día sin agua suficiente y no les daban nada de comer en días enteros, tampoco les daban el dinero prometido y mucho menos un lugar para dormir. Pasaron cinco meses y la situación no cambió, hasta que un día, una organización reconocida fue a ese sitio y grabó todo para que la gente vea la cantidad de niños que eran maltratados día a día. Días después de eso, Nayara se enteró que la organización había denunciado a los dueños de ese lugar, luego se llevaron a los niños a un lugar seguro donde les dieron comida, ropa, y todo los necesario para vivir.
NO A LA POBREZA Y AL MALTRATO INFANTIL

 

FISHING OUR FUTURE
Por María Inmaculada Ramos Yruela. 2ºESO A

 

EDUCACIÓN DE CALIDAD
Por Adrián Lamo Ricondo. 3º ESO 

Esta historia trata sobre un joven estudiante llamado Juan, que está cansado de cómo es la educación en su país y quiere hacer algo para que esta vaya a mejor.

Era una mañana como cualquier otra en casa de Juan, y como siempre hace, se levantó, se dio una ducha y fue a la cocina a desayunar. Allí se encontraba su madre, que era alta, de ojos marrones y un pelo liso y largo de color negro:

— ¡Buenos días, mamá! — exclamó Juan.

— Buenos días, Juan, ¿qué tal has dormido? — le preguntó su madre.

— Pues no muy bien, anoche, aproximadamente las 3, me entró un dolor de barriga espantoso y me costó mucho dormirme otra vez.

—¿Y te sigue doliendo?

— No mucho, la verdad, pero tengo mucha hambre. 

— Ya te había preparado el desayuno.

—¡Gracias, mamá!

Cuando Juan se sentó a desayunar, se dio cuenta de que algo iba un poco raro y, mientras saboreaba sus galletas empapadas en leche, mientras tenía la vista perdida en la pared, miró el reloj, y se dio cuenta de que llegaba tarde al autobús:

—¡No me lo puedo creer, siempre me pasa lo mismo! — dijo Juan.

Al ver esto, su madre no sabía por qué gritaba así:

— Pero vamos a ver, ¿yo no te dije ayer que esta semana tu padre tiene vacaciones en el trabajo? — le preguntó su madre.

— Ay, es verdad, no me había acordado. Pues menos mal, porque hoy que encima es lunes no me apetece correr para nada — respondió Juan.

— Pues venga, vete terminando que en 15 minutos salís de casa y todavía no tienes preparada la mochila y sigues en pijama.

— Vale, mamá.

Después de esos 15 minutos, Juan salió con su padre en coche en dirección a su instituto, que estaba a unos 30 minutos de su casa. Durante el trayecto, empezaron a hablar sobre diferentes cosas como por ejemplo:

— Oye Juan, ¿tú quién crees que ganará La Liga este año?

— Pues como siempre, papá. El Barça.

— Pero qué me estás contando, ¿cómo van a ganar esos mataos?

—¿Quién va a ganar sino el Betis? Venga, hombre.

Mientras ellos hablaban, sin casi darse cuenta, ya habían llegado al instituto, donde estaban esperando en la entrada Carlos y Sergio, dos compañeros de clase y amigos de Juan.

— Hola ,Carlos. Hola, Sergio— saludó Juan.

— ¡Buenos días, Juan! —  exclamaron a la vez.

—¿Qué tal lleváis el examen de Biología del miércoles?

— Yo ni he empezado, no me entero de nada— le contestó Carlos.

— Yo tampoco. Lo único que hacemos en clase es leer cada día un apartado, la profe no nos lo explica y nos dice que nos lo estudiemos así sin más. ¿Y tú, Sergio?

— Yo igual. Sigo sin entender cómo esa señora sigue ‘’dando clase’’ aquí. Pero bueno…

Más tarde, en clase de Física y Química, Juan y Carlos hablaban sobre lo que harían esa tarde, hasta que…

—¡Juan, Carlos! ¿¡Ya está bien no!? Lleváis toda la clase igual. ¿Qué es eso tan importante que estáis hablando? Contadlo en alto para que nos enteremos todos — dijo su profesora.

— Pues que tus clases son siempre lo mismo, copiar teoría y memorizar, copiar teoría y memorizar. Y eso no me va a servir para nada en el futuro porque dentro de 3 días me voy a olvidar de ello.

Su profesora quedó asombrada y pensativa por aquellas palabras y le respondió:
— Mira, ya sé que no os gustan estos métodos, pero es lo que hay. Es lo que dice el Gobierno que hagamos.

—¡Me río yo del Gobierno! — gritó Juan a pleno pulmón.

Después de esa clase, Juan y sus compañeros empezaron a pensar en qué podrían hacer para cambiar la forma de dar sus clases.

Varios días después, Juan fue al ayuntamiento, para ver si desde ahí podría llegarle alguna queja al Ministerio de Educación de Madrid. Pero antes de entrar lo pensó mejor y prefirió esperar a que alguien más le apoyase y así, siendo más gente, sus quejas tuvieran algo más de repercusión.

A día de hoy, Juan sigue esperando que haya algún cambio.

 

ENTREVISTA CON LA PROFESORA DE BIOLOGÍA
Por Juan David Llanos Zapata. 4 ESO

En este trabajo he realizado una entrevista a Patricia Cisneros Hernando, profesora de Biología en 4º ESO en el colegio San José de Santander. Le hago preguntas sobre la vida de los ecosistemas terrestres, del objetivo número 15. Ella me va respondiendo todo lo que hace en su vida personal y laboral.

Pregunta.- En esta entrevista me gustaría hablar sobre la vida en los ecosistemas terrestres. Como pueden ver, allá donde vamos siempre encontramos basura tirada por el suelo o contenedores llenos de basura desbordados. La primera pregunta que me gustaría hacerle sería ¿cómo ve la salud del planeta en los años transcurridos?
Respuesta.- Veo la salud del planeta muy debilitada, ya que consumimos los recursos que nos ofrece en menos de un año, lo que supone una falta de recursos a corto plazo.

P.- ¿Cuáles cree que serían las metas de este objetivo?
R.- Encontrar un modelo de gestión medioambiental para todos los países que permita la conservación y protección del medio ambiente mundial.

P.- Lo que yo quería preguntar sería ¿Qué podríamos aportar para ayudar al medio ambiente?
R.- Individualmente podemos aportar muchas iniciativas para permitir la conservación del medio que nos rodea, como, por ejemplo: reciclaje, evitar tirar basuras en la playa, en el campo, hacer uso de energías renovables como pueden ser placas fotovoltaicas en las casas…

P.- ¿Cree que si todos nos uniéramos podríamos hacer algo al respecto con el tema del cambio climático?
R.- Sí, la responsabilidad del cambio climático y de su solución está en manos de todos nosotros.

P.- ¿Cree que los gobiernos hacen todo lo posible para combatir el cambio climático?
R.-No, porque hay muchos intereses que impiden lanzar campañas para favorecer la conservación de los ecosistemas y reducir el cambio climático.

P.- ¿Cree que los objetivos de desarrollo sostenible sirven para algo?
R.-Sobre el papel son iniciativas muy favorables, pero la realidad es que pocas veces se llevan a cabo.

P.- ¿Hace algo para ayudar a combatir el cambio climático o convencer a alguien de su entorno para que lo haga?
R.-Sí, en mi vida privada reciclo y limpio las playas con una asociación. En mi ámbito profesional intento inculcarle a mis alumnos el amor a la naturaleza y el respeto y la conservación del medio ambiente.

Muchas gracias por tu tiempo, Patricia. Ha sido un placer poder entrevistarte.

 

¿QUÉ OPINAMOS SOBRE LA IGUALDAD? 
Por Daniela Martín Ibargüen, 4º ESO.

Con este vídeo he querido hacer referencia a la igualdad de género, ya que es un tema muy tratado pero poco llevado a la práctica. Es decir, creemos que sabemos qué es la igualdad de género, pero en realidad no. Lo que nosotros y nosotras pensamos cuando nos preguntan sobre este tema es el maltrato de unas personas a otras y, aunque sea parte del tema, la igualdad abarca muchos más puntos que no mencionamos o de los que no somos conscientes. 
Por eso he querido hacer este vídeo, explicando un poco más detalladamente lo que es para mí la igualdad de género y cómo está realmente representado en la sociedad.
Espero que este vídeo dé a entender el verdadero mensaje de la igualdad y que lo llevemos más a la práctica. Así podremos llegar algún día a esta igualdad que tanto necesitamos.

 

 

QUERIDO DIARIO
Por Jana Sofía Cardona Parra. 4º ESO.

Este relato trata sobre los testimonios de un hombre que creció en un entorno rodeado de violencia. Está basado en experiencias reales de una persona que se ofreció para facilitarme esta información. Amenazas, atentados o asesinato son algunos de los terribles males con los que tuvo que vivir durante mucho tiempo hasta que, al final, el hombre pudo salir del país y desaparecer. Una mezcla de realidad con una pequeña proporción de ficción. Un relato que te hará reflexionar.

24/2/1979
Querido diario:

Hoy he tenido un día ajetreado. Hoy es San Valentín y toda la gente ha estado más alterada. Al ser un día especial, todas las empanadas se vendieron rápido, así que no tuve que quedarme más tiempo fuera de casa. Gracias a Dios hoy no me robaron el dinero que gané. 

Bueno, el caso es que hoy me encontré a mi buena amiga Mariana. Hablamos un rato y al final nos despedimos. Entonces pensé: «Si hoy es el día del amor y la amistad, ¿por qué no le doy algo?». Tras esto, me dirigí a la tienda de Doña Marina y compré una rosa. Mariana no se lo esperaba y quedó contentísima. Pero bueno, creo que al final no fue buena idea. Unas horas después recibí una llamada. No sabía quién era, pero por lo que me dijo no era muy buena persona. Primero me dijeron: «¿Es usted José David Meléndez?». Quedé un poco sorprendido por la agresividad con la que habló, pero de todos modos asentí. Entonces pronunció unas palabras que quedaron grabadas en mi mente: me dijo que si me volvía a acercar a Mariana, me iban a matar. Yo me asusté muchísimo y corrí a avisarle a mi madre. No sé qué será de mí. No creo que me pase nada, pero no volveré a ver a Mariana durante mucho tiempo. ¿Por qué pasa esto? Ya estoy cansado. Tengo que cuidar con quién estoy o por dónde voy. Tengo que estar atento de no ir solo, o con la persona equivocada. 

Esto me recuerda a algo que me sucedió hace años. Tendría yo siete años, y me dirigía de regreso a casa. En mi muñeca tenía un reloj nuevo que mi padre me había comprado con mucho esfuerzo. No era el reloj más caro, pero era mi reloj. Entonces, un muchacho más alto que yo se me acercó con una bicicleta. Empezó a hablar y a preguntarme cosas como en dónde estudiaba o si tenía hermanos. No paró de seguirme durante un buen rato y yo me estaba poniendo nervioso. Entonces le mentí sobre que me iba a encontrar con un amigo mucho más alto que yo para ver si se asustaba y se iba, pero no me creyó. Entonces me dirigí a la casa de un amigo que vivía cerca y, cuando toqué la puerta, el muchacho sacó un cuchillo del bolsillo. Si no le entregaba el reloj me rajaba el cuello. Era un cuchillo de los de untar mantequilla, pero de todos modos me asusté mucho, y se lo entregué. Mi amigo abrió la puerta y quedó pálido al ver la escena. Entonces regresé a casa muy triste, pues había perdido mi reloj. 

12/5/1982
Querido diario:

Estoy muy cansado. Llegué a casa corriendo. Mi madre me miró y me dijo «Juan, ¿qué te pasó?» Y yo me puse a llorar. Hoy fue un día tranquilo como cualquier otro. Había ido a clase con mi mejor amigo, Wilson, y pasamos bien los exámenes. Había algo raro en el ambiente, pero no le había hecho mucho caso. Faltaban algunos compañeros y la profesora no nos quiso decir nada al respecto. La jornada terminó tranquila y me despedí de Wilson. Caminé como por cinco minutos, cuando veo que mi amigo viene corriendo hacia mí. Estaba muy nervioso, y por cómo se expresa sabía que tenía que decirme algo. Lo escuché atentamente y luego se fue. 

Seguí con mi recorrido y después de 30 minutos ya estaba casi en mi barrio, pero algo me detuvo Una mano me obligó a ponerme de rodillas mientras sentía un metal frío en mi cabeza. Me preguntaron: « ¿Es usted Martín Santiago Gómez?» Yo le dije que no, y se alejó. Quedé arrodillado en el suelo por casi 5 minutos mientras veía como los hombres se alejaban de mí. A pesar de haber escuchado a Wilson yo me confié. Debería haberle hecho caso. Cuando se acercó a mí, me dijo que había descubierto el motivo por el que mis compañeros habían faltado: ellos eran sicarios que sabían demasiado, y los mataron. Me dijo que tuviera cuidado porque no los habían encontrado a todos y estaban buscando a muchachos de nuestra edad con nuestro uniforme. Me dijo que tuviera muchísimo cuidado por donde fuera, porque esos hombres mataban sin avisar. Estoy vivo de milagro. Voy a dormir, mañana tengo que ir a clase y estoy muy cansado.

6/12/1984
Querido diario:

¡Hoy por fin me he graduado! Después de tanto esfuerzo he terminado el Bachillerato. Pero algo no me deja tranquilo. Sí, tengo mi título de graduado. ¿Pero, ahora qué? ¿De verdad merece la pena seguir? Miro a mi alrededor y qué veo: un grupo de muchachos que solo buscan un futuro mejor. También veo a jóvenes que desde una temprana edad ya conocen el color de la sangre ajena en sus manos, gente pobre que casi no tienen para comer, muchachas que esperan ser madres. Pero no puedo detenerme, no después del esfuerzo de mis padres porque yo estudiara. De resto, hoy fue un día tranquilo. Mi tío me ha contratado para ayudarlo en su taller en el centro de la ciudad. Voy a ahorrar para poder entrar en la universidad. Por cierto, hoy he encontrado a Wilson por el barrio y me ha dado un bolígrafo muy bonito. Parece ser muy caro. Dijo que era por mi graduación y yo le di las gracias. Es una lástima que haya dejado la escuela justo antes de terminar el curso, pero me dijo que su familia lo necesitaba. Aunque últimamente tiene cada vez más heridas. Dice que le pegan en casa porque sale a jugar a la cancha de la esquina, y no tiene permitido juntarse con esos muchachos. Quién sabe, a lo mejor son peligrosos. Bueno me tengo que despedir, mi madre me necesita.

8/4/1985
Querido diario:

Ya llevo un buen tiempo trabajando con mi tío y no me está yendo nada mal. Aquí en el centro de la ciudad no se está tan mal. Aun así hay que tener cuidado. Los coches no esperan a que tú cruces la calle para pasar. De todos modos hoy quería hablar sobre otra cosa. Hoy he conocido a una chica guapísima y nos hemos hecho amigos. Ella vive en otra ciudad así que fue una gran coincidencia encontrar a una persona tan maravillosa como ella. Espero poder volver a verla pronto.

9/4/1985
Querido diario:

Acabo de llegar de trabajar. Hoy fue un día duro y no tuvimos descanso. Pero mi camino hacia allí fue diferente. Me levanté como siempre, desayuné y me fui. Cogí el autobús que me llevaba hasta el centro de la ciudad y allí me bajé. Cuando recorría mi trayecto de todos los días hacia el taller algo parecía fuera de lo normal. El lugar cada vez tenía más humo y el cielo se estaba volviendo cada vez más negro. Cuando crucé la esquina de siempre ahí me doy cuenta: una bomba había estallado solo hacía unos minutos. Me quedé en shock. Si solo me hubiera adelantado unos minutos hubiera llegado en el momento de la explosión y hubiera muerto. Cuando llegué al taller mi tío me preguntó si estaba bien. Yo le dije que sí, que podía trabajar, y nos pusimos a ello. Este ya es el tercer coche bomba que explota. La delincuencia está aumentando y hay que tener más cuidado con quien te encuentras. Me voy, nos vemos pronto.

6/7/1990
Querido diario:

Tengo un nuevo trabajo, o por lo menos tenía. Verás, he estado estudiando administración y me han contratado hace tiempo en una pequeña empresa. Tiene su edificio propio, con ordenadores y materiales. Todo iba muy bien, hasta que llegaron unas personas un tanto extrañas. Hacía ya tiempo que me había dado cuenta de que en el edificio de al lado siempre había reunidas algunas personas, pero no le había hecho mucho caso. El caso es que un día llegaron y nos amarraron. Cuando yo llegué a la oficina los hombres ya habían empezado a hacer lo suyo. Apenas me vieron, uno sacó un revólver y me amenazó con que no hiciera ruido. A todos nos ataron las manos con cinta, y apartaron a mi jefe para hablar con él. Le dijeron que si no les entregaba todo lo que tenía iban a hacerle daño a su familia. Él les dijo que podían llevarse lo que quisieran. Se llevaron los ordenadores y material de oficina. Cuando cargaron todo en uno de los camiones de la empresa hicieron que mi jefe condujera hasta un lugar muy extraño. Después le hicieron firmar un cheque y lo dejaron ir. Mientras tanto, nosotros estábamos en la oficina con uno de  los ladrones. Lo convencimos de que no haríamos nada, así que nos desató y nos pusimos a conversar. Pobre jefe. Al final nos dijo que pudo cancelar el cheque, así que los ladrones no vieron nada del dinero. 

Por cierto, he estado en contacto con la chica que conocí aquella vez. Sigue siendo igual de maravillosa, pero también tiene su carácter.

16/9/1992
Querido diario:

Hoy no ha sido un día tranquilo. Nada tranquilo. Hoy ha llorado mucho, todos hemos llorado. Hoy vino a visitarme mi amiga de la otra ciudad. Estaba muy contento y fui a recibirla en la central de autobuses. Cuando llegó estaba muy enfadada: tuvo un viaje espantoso. El vehículo se averió más de una vez y un pasajero había llevado una gallina consigo, por lo que no pudo dormir en todo el trayecto. Pero bueno, ella estaba en la ciudad, ya nada podría salir mal. Pero ella estaba de mal humor y discutimos un montón. Ya estando ella a punto de marcharse, recibió una llamada de su madre. Cuando escuchó la noticia se alarmó mucho. Me contó que a su prima le habían robado los zapatos, pero al resistirse y no querer entregárselos la rajaron. Su prima estaba en el hospital, pero a ver cuándo la atenderán. Entonces después de despedirnos, se fue a casa con su familia. Caminando a casa me puse a pensar. Estaba tan absorto en mi meditación que, cuando mi teléfono comenzó a sonar me sobresalté. Al contestar quedé muy extrañado. La policía me necesitaba para reconocer un cadáver. Me dijeron que cabía la posibilidad de que lo conociese y necesitaba confirmarlo. Entonces volví sobre mis pasos y me dirigí a la ubicación que me dijeron. Me acerqué al cuerpo donde me indicaron y quedé en shock. Les confirmé que sí era la persona que creían, y me fui a casa. Cuando llegué a mi hogar lloré. Mis padres me preguntaron qué había pasado y mis hermanos corrieron para saber qué pasaba. Era Wilson. Lo habían matado de un tiro. 

13/6/1994
Querido diario:

Ya ha pasado bastante tiempo desde que escribo aquí. Han pasado muchas cosas. ¿Te acuerdas de mi amiga, la de la otra ciudad? ¡Nos hemos casado! Ya llevamos un año de casados y hemos empezado de cero una vida juntos. Nos está yendo bien, ella está terminando ya la carrera de ingeniería. Últimamente me contó que su madre ha salido del país. Está en Europa y dice que está durmiendo en un albergue. Ella sí que está empezando de cero, pero dice que la vida es mucho mejor allí. Quién sabe, puede que en unos años vayamos nosotros también, si Dios quiere. 

12/5/1995
Querido diario:

Soy padre. Marta y yo estamos muy contentos de tener un precioso varón de 4 meses ya. Lo he estado pensando bastante y creo que ha llegado el momento de que nos vayamos de aquí. Lo que pasó el otro día hizo que me decidiera de una vez por todas. Mi mujer, mi hijo y yo estábamos viajando por la carretera para ir a la casa de la familia de Marta, cuando se nos acerca un hombre vestido de militar. Marta estaba de piedra, protegiendo al niño con sus brazos, y yo estaba ahí, justo al lado de ese hombre. Nos miró durante unos instantes y nos dejó marchar. Cuando llegamos a la casa pudimos descansar. El problema con la guerrilla ya llevaba durando demasiado tiempo. Si hubieran querido nos hubieran cobrado  por pasar por ahí, o incluso nos hubieran llevado a todos. A mí como recluta, a mi mujer y a mi niño los matarían. Ya estoy cansado de esto. Al sobrino de una tía de mi mujer lo habían asesinado esos hombres por pagarles a unos hombres que eran sus enemigos. Ni siquiera tuvo elección, porque si no les pagaba lo mataban también. Le he dicho ya a mi mujer lo de irnos a Europa y está totalmente de acuerdo conmigo. Habrá que pedir los papeles en extranjería. Espero que los acepten.

4/9/1997
Querido diario:

Llegamos a Europa hace  un año. La vida aquí es muy tranquila. No estoy trabajando de lo que he estudiado, ni mi mujer tampoco. Pero eso es lo de menos. Lo importante es que estamos bien. Mi hijo crecerá en un lugar seguro y tendrá una buena educación. Además dentro de poco se va a agrandar la familia, pues estamos esperando a una niña. Nos vemos pronto.

Fecha: hoy.
Querido diario:

Qué extraño es esto. Estoy intentando imitar a mi padre; pero vaya, no me sale. Te estarás preguntando, ¿qué ha pasado con el hombre? Yo también me lo pregunto. Un día se fue de casa y nunca regresó. Fue a casa de los abuelos pero no ha vuelto. No sabemos nada de él desde entonces. Hace poco he encontrado este diario, pero es un poco extraño. Las fechas están todas incorrectas, y mi madre no se llama Marta. Tampoco él se llama José David. Bueno, qué sabré yo sobre los motivos que tuvo para hacer eso. Aunque, la verdad, no comprendo lo que es vivir en un lugar como en el que lo hizo. A veces me pregunto, ¿de verdad me doy cuenta de lo afortunado que soy por estar donde estoy? Tantas cosas que ha vivido mi padre, y no lo he visto quejarse nunca. Y luego hago escándalos por cosas estúpidas. Al vivir en un sitio tan tranquilo olvido muchas cosas. Y tenemos que recordar. Recordar que otros están sufriendo, recordar los errores tan catastróficos que hemos cometido tanto personalmente como toda la humanidad. Tenemos que recordar y aprender de nuestros errores. A pesar de que todo lo que le ocurrió a mi padre fue hace tiempo, aún sigue habiendo mucha violencia, e incluso se viven experiencias peores. ¿Pero qué podemos hacer nosotros? Guerras y masacres ocurren en todo el mundo, y mientras unos se quejan porque les ofende el color rosa otros tienen una bala metida en el cráneo. Mientras unos líderes se hacen los buenos y prometen cosas falsas, otros son terriblemente corruptos. Y nosotros ni siquiera somos capaces de ser buenos entre nosotros. No tengo muchas esperanzas de que esto mejore, pero habrá que intentarlo. Habrá que tener un poco de fe en el ser humano. De todas formas, qué más da, no pierdo nada por intentarlo. Porque mi gente muere y yo muero cada vez un poco más con ellos. Tenemos que darnos cuenta de que esto no puede seguir así. ¿Por qué tiene que morir hombres inocentes por los caprichos de hombres ricos? Elijamos bien a nuestros aliados y a nuestros representantes. Nosotros podremos hacer aunque sea un poco. Seamos valientes y cambiemos el mundo a nuestro ritmo. Me despido ya, pues esta es la última página de la libreta. Espero que esto pueda servir como advertencia para las generaciones futuras. Y que no se olviden nunca de recordar. Adiós. 

 

S.O.S. NUESTRA TIERRA EN PELIGRO
Por Alessandra Garrido Ceballos. 1º ESO

Hoy en día las personas se preocupan por el dinero, el físico y la economía, pero no se paran a pensar en el ecosistema terrestre. No nos damos cuenta de que el oxígeno que respiramos es gracias a los árboles, y debemos tener conciencia  de este problema y su repercusión en el mundo y nuestro planeta.

 

 

¿SEGURO QUE ESTOY BIEN?
Por Cristina Vega Puertas. 4º ESO

Cuando se pregunta a alguien ¿estás bien? la mayoría prefiere mirar hacia otro lado y responder «sí, está todo bien» cuando en realidad estás roto por dentro. Prefieres guardarte las cosas y piensas que quizás, de esa manera, dejas ser felices a los que te rodean sin llamar la atención. Pero esas son las situaciones que te hacen sentir peor ya que, al final, de un momento a otro vas a necesitar desahogarte.

La respuesta estoy bien es una respuesta corta, reafirmante y agradable, pero estas palabras suelen salir de nuestras bocas sin ser conscientes, porque intentas responder lo que a los demás les agrada sin importar lo que tú sufras o lo que a ti te duela.

El decir estoy bien, nos ayuda a no hablar sobre nosotros mismos, a quedarnos en nuestra zona de confort y, así, no tener que abrirnos y exponer nuestros problemas.

La gran pregunta es ¿de verdad necesitas a alguien para estar bien? Nos necesitamos a nosotros mismos. Necesitamos apoyarnos, valorarnos y hacer que nos demos cuenta de todo lo que somos capaces de hacer. Antes de intentar entender a los demás debemos entendernos nosotros, tomarnos un tiempo de intimidad y sopesar los problemas que podemos tener pero sin olvidarnos de todo lo bueno.

Aunque de verdad nosotros no respondamos que estamos mal, la gente se da cuenta de cuándo estamos bien o cuándo no, ya que todos nos intentamos tapar en la redes sociales con fotos, historias y nos cubrimos detrás de una sonrisa, de una canción, o incluso intentamos forzar una sonrisa delante de la gente estando rotos por dentro. 

Los adolescentes solemos vivir vidas paralelas, ya que estamos enganchados a las redes sociales y eso nos hace apartarnos del mundo y centrarnos únicamente en el mundo increíble que se ve a través de las redes sociales y que muchos de nosotros queremos imitar.

En las redes sociales intentamos mostrar nuestro mejor lado, intentando tapar nuestras inseguridades y nuestros problemas con una sonrisa, aunque nuestro mundo se esté derrumbado. Intentamos aparentar un mundo imaginario e ideal para otras personas, ya que solemos intentar ser igual que los influencers a los que seguimos, pero no nos damos cuenta que todas y cada una de las personas siempre intentamos aparentar cosas que no somos ni nunca seremos

La mayor parte de los problemas que tenemos en nuestra salud mental provienen de las inseguridades que nos crean las redes sociales y quienes las manejan, ya que ellos aparentan una vida increíble y sin ningún problema y eso a muchos nos puede crear diferentes complejos inseguridades. Creemos que son un ejemplo a seguir cuando en verdad si lo hacemos, nuestra salud mental se puede ver aún más afectada.

Nos tenemos que valorar y aprender a decir la verdad, sonreír, quitarnos las etiquetas y aprender a expresarnos, a abrirnos con los demás sin importar la opinión pública. Si no hacemos eso, psicológicamente nunca llegaremos a estar plenos.

 

SOS
Por Nakay Pérez Pereira. 4º ESO.

Mis oídos pitaban ligeramente. Mi cabeza bombeaba sangre que fluía por mis venas en compás de los acelerados latidos de mi corazón. Toqué mi abdomen. No solo dolía, ardía como mil demonios, me quemaba cual llama a pluma, fundiéndose la herida como metal en mi interior.

—¿Dónde estaban mis amigos?—. 

Tenía miedo. Mucho, a decir verdad. ¿Estarían bien? ¿Acaso consiguieron volver? Mi respiración se volvía irregular al sonido de los disparos.  Mi bandera tras de mí manchada de sangre, mis ojos buscando un lugar seguro en el que poder descansar. Por fin, el destino pareció estar de mi lado, otorgándome un escondite tras unos sucios contenedores en un lúgubre callejón teñido ligeramente de carmesí. Me deje caer sintiendo como mi esqueleto casi se desmontaba en el acto. Tenía que seguir peleando. Peleando por mi patria, por mi libertad, por mis derechos… Pero mis piernas temblaban al mínimo movimiento, y ahí me pregunté:

—¿Dónde está la ayuda de la que todos hablan? ¿Por qué ahora que están acabando con nosotros el mundo se vuelve ciego y sordo? 

Pero lo que más me preocupaba no era eso. Ojalá fuera eso. Mi teléfono comenzó a sonar como loco. Miré de quién se podría tratar. Mis ojos se entumecieron al ver el nombre marcado en pantalla e intentando aparentar estar bien, acepté la llamada.

—Hola, mamá —forcé mi voz para evitar soltar algún quejido.

—¿Dónde estás? —su voz era dulce, aunque sostenía un tono de preocupación, nunca me había quedado a escucharla,  desde luego debería haberlo hecho más seguido.

—En la manifestación. — Un viento frío comenzó a adentrarse entre mis ropas manchadas—. Mamá tengo frío.

—¡Te dije que llevaras una chaqueta!— de pronto unos disparos seguidos de gritos y alaridos de dolor sonaron a unas calles de mi posición—. ¡Por Dios! ¡Vuelve a casa ya, por favor! —podía escuchar cómo su respiración se comenzaba a acelerar, sabía que ahora estaría temblando de terror.

—Mamá —cogí aire, el máximo que mis pulmones heridos me permitían recoger de aquel cielo nublado—. Siento no haber sacado las mejores notas. No haber sido la más colaboradora en casa. Haberme escapado para hacer trastadas. No haberte obedecido. No haber seguido tus consejos. Pero lo que más lamento es no haber pasado más tiempo contigo. —Podía escuchar como dejaba que un triste llanto se apoderara de ella mientras me rogaba que volviera a casa—. Dile a papá que deje de fumar, que debe cuidar de ustedes. A Isaac que lo quiero mucho y que, a pesar de que siempre estuviésemos en guerra, es mi hermano pequeño y lo amo. A la pequeña Ana, pídele perdón de mi parte por no haberla podido conocer, sé que nunca fui demasiado generosa, pero dale todas mis cosas. Y por último, espero que esta lucha sirva para que por fin podáis ser libres.

—¿A qué costo? —Mi querida madre se atragantaba con sus lágrimas.

—Mamá, ¿tú por donde empiezas a construir una casa? ¿Por el tejado o por los cimientos? —no permití que me contestara y antes de colgarla, entre toses,  pronuncié—. Os amo.

Mis ojos se iban cerrando poco a poco, necesitaba descansar. Luché contra mi tembloroso pulso y escribí: —S.O.S—. Presione la tecla de subir mientras el teléfono se resbalaba de mis manos. El móvil volvió a sonar, mi madre insistía en que lo cogiera. Pero me encontraba demasiado cansada y mientras una lágrima corría por mi mejilla, dejé que el sueño me invadiera.

Al despertar, mis compatriotas se encontraban llorando, aun muchos estando malheridos, recogieron con sumo cuidado mi frío e inerte cadáver del sucio y mugroso suelo:

—Al parecer no lo conseguí—, pensé mientras los seguía hasta mi hogar. Quise apartar la vista, pero no pude. Mi madre abrazaba mi cuerpo como un niño se aferraba a un dulce. Mi padre dejaba caer sus lágrimas de cristal por aquel rostro que siempre intentaba parecer impasible, mientras que se adentraba en la casa acurrucando en brazos a Ana. Isaac tenía el rostro rojo, pero no de ira, sino de impotencia. De estar aguantando las lágrimas, pues parecía que en cualquier momento estallaría. Desvió su mirada, y con un rápido movimiento entró a la casa. Noté como alguien tocaba mi hombro. Al mirar tras de mí, unos rostros ya conocidos me saludaban.

—Así que vosotros también —luché porque una mueca de tristeza no se asomara por mi rostro.

—Si caes tú caemos todos —Alex, el más alto del grupo sonrió amistosamente—. Ahora, ¿nos vamos?

No quise musitar palabra, y solamente me digné a seguirlos, junto a una gran muchedumbre, hasta una despampanante luz que transmitía tranquilidad y paz, un lugar que parecía no albergar más dolor. Aun llegando por fin a mi último momento,  desde el fondo de mi corazón solo pude  mandarles fuerzas.

 

LOS OCÉANOS Y MARES
Por Denisa Bairam. 1º ESO.

Un poema sobre los océanos y mares. La razón de este fragmento es que deberíamos cuidar más lo que tenemos y no pensar sólo en nosotros. No sólo hay persona, sino también animales que están sufriendo porque nosotros no hacemos las cosas bien o queremos cosas que realmente no necesitamos. En consecuencia, estamos destruyendo nuestro planeta y deberíamos cuidarlo mejor.

 

 

 

TODAVÍA QUEDA ESPERANZA
Por  Javier Díez López. 4º ESO.

Nadie, absolutamente nadie, ninguno de nosotros lo entendía. Ninguno de los médicos conseguía averiguar cómo ni por qué, pero ocurrió. 

Unos meses antes:

Todo parecía normal, como cualquier otro niño. Manuel se dedicaba a jugar con sus amigos y su hermano pequeño, que por entonces solo tenía 9 años. Él era un chico muy inteligente y empático, por lo que nunca tenía problemas para conocer nuevas personas y relacionarse con ellas. No pasaba un día en el que no sacara una sonrisa a alguien. Siempre hacía feliz a todas las personas; nos hacía feliz. Sin embargo, a pesar de hacer ejercicio y llevar una vida relativamente sana, hubo un día en el que, tras una tarde con sus amigos, le comenzó a doler la cabeza. Obviamente era totalmente normal, no obstante el dolor era demasiado continuado y se empezó a preocupar. Pasaron los días y no cesaba, además le había salido un pequeño abultamiento en el cuello, cerca de la parte izquierda del cabeza, situado exactamente a unos milímetros del nervio que ayudaba a la gesticulación de la cara. Manuel nunca se quejaba, nunca hacía algo que pudiera preocupar o desanimar a su entorno. Sin embargo, llegó el momento en el que tuvo que contárselo a sus padres. Le dolía mucho y no lograba disimular por más tiempo.

Sus padres, ante la situación, decidieron llamar al médico al día siguiente para averiguar lo que le ocurría. Media semana después, tuvieron la cita y le hicieron unas pruebas. Posteriormente el médico les volvió a llamar.

—Lo siento por la espera —dijo el doctor que traía el informe en sus manos.

—No se preocupe, díganos qué le ocurre —respondieron los padres con ojos vidriosos.

—Por suerte no es lo que nos imaginamos, pero es grave. —padece de una malformación vascular—. Les llamaremos en cuanto indaguemos en el caso y sepamos qué pasos debemos seguir. De momento vida normal, sin problema ——afirmó con un suspiro su médico, que por aquel entonces era el doctor al mando de cirugía pediátrica.

—Está bien, muchas gracias, estaremos atentos a la llamada.

La familia abandonó el hospital un poco aliviada por no haber ocurrido lo que todos pensaban. Sin embargo, un aire de incertidumbre y miedo les invadía el cuerpo.

2 semanas más tarde:

—Papá, mamá, se me ha inflamado un poco el cuello. No os preocupéis, pero me molesta un poco más que antes cuando me toco la parte izquierda —dijo Manuel.

—No te preocupes, mañana por la mañana llamamos para que nos den cita y te vuelvan a mirar—. Dijeron los padres con un tono de preocupación.

Por supuesto que llamaron. Les citaron y decidieron al fin hacerle la biopsia para extraerle una parte de la supuesta malformación y así analizarlo para descartar posibles errores. Todo indicaba que el camino de esta historia no iba a continuar como debería. A pesar de eso, no se imaginaban lo peor, ya que el resto de pruebas indicaban lo contrario.

1 semana más tarde:

—Buenos días, llamamos del Hospital Valdecilla, les queremos comunicar el caso de su hijo Manuel. No sabemos exactamente el motivo de la inflamación y por eso necesitamos hacerle algunas pruebas más. 

—De acuerdo, gracias por llamar —respondieron los padres preocupados.

Mientras más esperaban, más le dolía y mayor era la inflamación.

Finalmente, acudieron a la cita y le hicieron las pruebas pertinentes. Por desgracia, Manuel estaba cada vez más agobiado y no tenía ganas de seguir en aquel lugar. A pesar de eso, continuó tumbado en la camilla sin protestar ni una sola vez, con la mente en otro lugar.

Mientras, el hermano pequeño seguía en el colegio sin enterarse de lo que le estaba ocurriendo a su hermano mayor, su mejor amigo. Él casi siempre causaba problemas, no solía hacer las cosas al derechas y no paraba quieto, al contrario que su hermano mayor, que era una persona envidiable en todos los sentidos. No obstante, vivían muy felices.

1 semana más tarde:

—Buenos días, les llamamos una vez más del hospital, deben venir a recoger el informe y hablar con el médico de su hijo. 

—Está bien —dijeron  los padres de Manuel tomando nota de la cita. Una cita que iban a recordar hasta el resto de sus vidas.

2 días después:

Finalmente llegaron al hospital y con las manos temblorosas pasaron a través de la puerta principal. Atravesaron un largo pasillo lleno de gente que venía de otras secciones diferentes y que iban a parar a ese lugar totalmente frío y diáfano. Giraron a la derecha sin perder ni un segundo de vista a Manuel, cuya edad era de tan solo 14 años.

Cuando por fin abrieron la puerta de la consulta tras haber esperado un buen rato, les atendió el mismo doctor en persona. Esto era grave.

—Hola, buenos días, ¿cómo estáis? —preguntó el doctor antes de explicarles el informe.

—Buenos días. Que cómo estamos, con ansias de saber qué ocurre —dijeron simultáneamente con el tono de la voz tembloroso.

—Sí, permítanme decirles antes que no hay por qué alarmarse. Solamente decirles que debemos empezar el tratamiento de inmediato.

 — ¿El tratamiento?

—Sí, de verdad que lo siento, pero su hijo padece de un cáncer bastante grave. Nunca habíamos visto algo así en este hospital. Hemos visto bastantes tipos de tumores, pero este está muy cerca del nervio y tiene un desarrollo bastante rápido —explicó el doctor con pausas entre cada palabra para tragar saliva.

En ese momento Manuel se quedó totalmente blanco sin saber apenas cómo respirar. Su madre estalló en lágrimas incesantes y su padre… su padre no respondió. Se quedó en shock con la mirada perdida en la mesa blanca en la que se sentaba el doctor.

Un adolescente de 14 años era diagnosticado de cáncer ese mismo día. Un niño con toda la vida por delante y que apenas conocía la situación que estaba viviendo, debía afrontar una enfermedad muy complicada. Y para ello debía mantener la calma y tener mucho valor.

A partir de ese momento todo se torció. Nada era igual que antes y, sobre todo, nunca lo volvería a ser. Había ciertas esperanzas, pero no demasiadas.

Dicen que lo último que se pierde es la esperanza, pero el doctor fue claro, el cáncer le estaba destruyendo por dentro, multiplicando cada una de sus células a un ritmo demasiado rápido como para darse cuenta.

Meses después:

Pasó el tiempo y no cesaba. Le hicieron prueba tras prueba, análisis tras análisis. Nada. No sirvió para nada.  Él seguía preocupado pero con esperanza. No podía creer lo que le estaba ocurriendo. Pero a pesar de todo, siguió adelante.

Había unos momentos al día que le definían a la perfección. No solo personalmente, sino cómo se relacionaba con el resto de las personas. Él, como un chico normal, salía con sus amigos, se divertía con todo el mundo y más tarde, cuando ya estaba cansado, tenía que jugar con su hermano pequeño porque se lo había prometido. Esa clase de cosas es a las que me refiero: hacía feliz a los demás, a todos a su alrededor y, sin embargo, nunca se quejaba, nunca expresaba lo que le estaba ocurriendo, lo que le estaba matando por dentro, sus pensamientos.

Así es como pasaban los días. Él no paraba de divertirse con la gente que lo rodeaba. Claro, sin embargo no sabía cómo iba a acabar, cómo iba a terminar toda esta historia. 

Al día siguiente:

—Sé que eres extremadamente inteligente Manuel. Así que debo decirte la verdad para que sepas lo que vamos a hacer. Necesitamos operar cuanto antes,  ya lo siento —dijo el doctor con incertidumbre ante lo que pensaba que le iba a responder el chico.

—No pasa nada, ya me lo imaginaba. No podemos pretender fingir ser ignorantes cuando ya sabemos lo que significa estar en esta consulta, mientras no puedo prácticamente gesticular. 

El médico se sorprendió ante la madurez del chico, pero a pesar de eso siguió con su explicación con la mayor celeridad posible.

—Si todo sale bien no hay por qué preocuparse —dijo el doctor con determinación, sin saber lo que se iba a encontrar verdaderamente.

— ¡Solo es un niño! —decía la madre del chico a punto de arrancarse las uñas—. ¿Cómo ha podido ocurrir?

—Lo siento enormemente, de verdad. No sabemos qué ha podido pasar. Intente no preocuparse, haremos todo lo que esté en nuestras manos para curar a su hijo, de verdad.

A medida que avanzaban los minutos iba comprendiendo poco a poco lo que realmente estaba sucediendo. Lo que desde ese momento le iba a destruir el cuerpo poco a poco. Lo que no iba cesar tan fácilmente.

2 meses después:

A pesar de todas las piedras que se encontraron por el camino, Manuel logró salir bien parado de la operación, con una sonrisa, como siempre. 
Los médicos, con el corazón en un puño, le operaron. Vida o muerte. Eso es lo único que le depararían las consecuencias de la operación. Gracias a la gran labor de los cirujanos y las enfermeras se consiguió salvar la vida de un chico. Un chico que era el perfecto ejemplo de cómo deberían ser las personas. Un chico bueno, estudioso y amable; un referente que no paró de batir sus metas y hacer feliz a quienes le rodeaban.
Una vez pasó el tiempo y tras varias cirugías para tratar de reconstruir parcialmente el rostro de Manuel, todo volvió a la normalidad. Todo el proceso se convirtió en un impulso para que este chico aconsejara y ayudara a niños que en ese momento sufrían de cáncer, una de las enfermedades más conocidas y difíciles de exterminar a partes iguales.
Manuel agradeció la labor de los médicos tras meses de tratamientos y sufrimiento, y decidió irse de viaje con sus amigos y familiares para celebrar el triunfo. Bueno, el triunfo no: su triunfo. Su victoria.

 

LA VIDA EN EL MAR
Por Carlos Jiménez Pons, 1º ESO.

Una vez en un mar alejado del mundo, 
un pez nació y le encantaba nadar.
Cada día le decía a su madre ¨mamá, quiero explorar”
pero la madre le dijo:  – «Hijo no, que te pueden devorar”.

El pez no le hizo caso y se fue a explorar 
y entonces pasó lo peor que podía pasar,
se alejó mucho de casa y no sabía volver,
entonces vino un tiburón y nunca más vimos al pez. 

Pececito, pececito,
nada nada sin parar 
fuera del mar.
El pez nada por el mar
y no sabe que el mar lo matará.