Los humanos nos sentimos invencibles e imparables, pero el que algo tan diminuto como un virus o una bacteria cause algo tan grande como una pandemia nos hace darnos cuenta de la importancia de la salud y el bienestar.

Este es el trabajo con el que Lucía Salazar, alumna de 4º de ESO del IES Alberto Pico, participó en el I Concurso InterAulas de periodismo escolar.

LO QUE DE VERDAD IMPORTA

El objetivo en el que me voy a basar es el tercero: salud y bienestar.

A lo largo de toda la historia, los seres humanos nos hemos creído superiores al resto de los seres vivos, invencibles. Al fin y al cabo, estamos en la cima de la pirámide alimenticia. Sin embargo, siempre ha habido momentos en los que nos hemos sentido indefensos y diminutos, sobre todo aquellos en los que nos hemos dado cuenta de que no tenemos el poder en absoluto; las enfermedades se han encargado de hacérnoslo ver.

Perder a un amigo o a un familiar a causa de una enfermedad que no hemos podido curar ni remediar nos duele profundamente, ya que ni todos nuestros conocimientos juntos ni los de otras personas han podido salvarlo. Pero aun así tenemos la ambición de buscar una cura para todas las enfermedades que todavía no la tienen, ya que, al fin y al cabo, en un principio ninguna la tenía. El cáncer, el alzheimer, el virus del VIH, la ELA, entre otras muchas enfermedades, son temidas porque su diagnóstico supone vivir para tratamientos que tal vez retrasen el avance de la enfermedad, pero que difícilmente la pararán. Sin embargo, no solemos contar con la posibilidad de vivir una pandemia.

Generación tras generación, a lo largo del tiempo siempre ha habido alguna pandemia que ha cambiado nuestra forma de ver las cosas: la Peste Antonina en el año 165 A.C., con de 3 millones y medio a 5 millones de muertes; la Peste de Justiniano en el 541, con 50 millones de muertes; la Peste Negra en 1347, con entre 80 y 200 millones de muertes; la gripe de 1918, con 50 millones de muertes; y ahora la COVID-19, que a fecha del 28 de mayo de 2021 ha ocasionado 3.538.083 de muertes. Nunca pensamos que nos fuese a pasar a nosotros, al fin y al cabo la última pandemia la teníamos más que olvidada. Por ello, cuando nos llegó no supimos cómo actuar.

En la cuarentena se aplaudía a los sanitarios por sus servicios, agradecidos de que diesen su vida por nosotros y se desviviesen por intentar mantener la situación bajo control. Mucha gente arriesga su vida y su salud por contribuir a mejorar la situación, y en estos momentos es cuando nos damos cuenta de que, por muy superiores que nos sintamos, no dejamos de ser humanos. La salud y el bienestar son elementales, pero como todas las cosas a las que estamos acostumbrados no las valoramos. Todos esperamos poder volver a abrazarnos pronto, pero, de momento luchemos juntos para que todo el mundo pueda salir a la calle y respirar sin miedo a enfermar.