Diario de campo. Alumnos de 4º de ESO del IES Santa Clara, Santander, acompañados por dos profesoras, Asun y María José, han participado en actividades en grupo, durante una semana, en el Centro Medioambiental de Villardeciervos (Zamora). Con el diario de estos treinta y tres «viajeros», podréis disfrutar de las mismas aventuras que ellos han vivido del 24 al 29 de noviembre.

Villardeciervos es la palabra clave. Se convierte en el tema de conversación en los pasillos durante los descansos. Todos quieren ir. Pero sólo unos pocos podrán, las plazas son limitadas. Y al volver, se cuentan historias de nuevos amigos, de animales que hasta entonces nunca se habían visto, de las palabras nuevas aprendidas, de rebollos y carballos, de las candongas y los neis, de las huellas de ciervos, corzos y lobos…

Lunes 24: Quedamos a las 5,45 en la Plaza de las Farolas. El viaje resultó larguísimo, hasta un alumno necesitó ir al servicio, el conductor paró y él se desahogó tranquilamente contra un poste telefónico. Una parada para desayunar, ya comenzábamos a sentir el frío en los huesos.

Por fin llegamos al Centro, nos recibieron la Directora y los Monitores y cuando llegaron los otros chicos tuvimos una mala primera impresión…. algunos no eran como nos esperábamos.

Al principio no queríamos compartir la habitación con gente desconocida, pero no pudimos hacer nada al respecto. Hicimos unos juegos de conocimiento, luego comimos y por la tarde a recorrer el pueblo con «el cuaderno de campo».
Aprendimos que las casas están construidas con neis y pizarra, que son rocas propias de la zona, que tienen una planta baja para el ganado y otra encima para la vivienda, que los balcones servían para secar los diversos productos. También nos llamaron la atención las chimeneas llamadas «candongas» por el ruido que hacen cuando giran con el viento.
Como llovía mucho nos fuimos al Centro. Después de una asamblea para organizar la semana cenamos y más tarde hicimos unos murales en los que nosotros debíamos expresar qué pensábamos conseguir en una semana de actividades.
Nos fuimos a la cama…. y tardamos un poco en dormirnos.

Martes 25: El día era también lluvioso, después de realizar un debate sobre el medio ambiente nos dividimos en dos grupos, uno de los cuales se fue al embalse de Valparaíso y el otro al Pico del Castro en la Sierra de la Culebra (la zona más lobera de toda Europa). El grupo que se fue a la Sierra, por condiciones meteorológicas, sólo llego hasta la Fuente del Caño, pasando por el lavadero, en el que aprendió cómo los diferente compartimentos valían para lavar y aclarar la ropa; vio el embalse en la lejanía, el pueblo con su forma característica, creciendo hacia las carreteras, la vegetación típica de rebollos y castaños.

Los que marcharon al embalse caminaron como pudieron por caminos llenos de barro, vadearon riachuelos y sobre sus cuadernillos escribieron sus impresiones sobre el impacto ambiental que un embalse produce en el entorno: banda árida, pueblos como Manzanal de Abajo bajo las aguas, desaparición del bosque de ribera…

Cuando volvimos estábamos cansados, la noche anterior había habido risas y comentarios, ¿sería la señal de que estábamos empezando a congeniar?

Después de una abundante y buena comida y de tiempo libre realizamos talleres, también divididos en dos grupos. Uno de ellos consistía en identificar sonidos de la Naturaleza y el paisaje en el que se producían, el segundo, después de merendar, nos enseñó el agua, la madera y la energía que cuesta hacer el papel, también lo que se ahorra con el reciclado y por último hicimos cada uno nuestra hoja de papel a partir de papeles viejos de periódico… nos salieron un poco gruesas.

Por la noche el Centro se llenó con la presencia de Edu, uno de los guarda montes (como a él le gusta llamarse) de la Guardería del pueblo. Le gusta tanto su trabajo, transmite tanto cariño a los árboles, que no creo que nos olvidemos de él ni de sus recomendaciones de que en el monte hablemos con efecto a los árboles al tiempo que los abrazamos. Gracias Edu.

Miércoles 26: Hoy los grupos de trabajo intercambiaban los itinerarios, los de la Sierra al embalse y los del embalse a la Sierra. La diferencia con el martes es que hoy hacía un sol deslumbrante y a los que bajamos al embalse Kelly, una de las monitoras nos fue explicando la vegetación y también pudimos ver muchas huellas de los animales que bajan al borde del agua y que como estaba muy blando el terreno se habían marcado a la perfección: jabalíes, corzos, venados, un lobo… fueron pasando por nuestra imaginación al tiempo que identificábamos las marcas de sus pies.

Comprobamos de cerca cómo el embalse ha destruido muchos de los ecosistemas naturales. Los de la Sierra espiamos a los del embalse con el catalejo que Benito, otro de los monitores, había llevado; también vimos cuatro ciervos, que en esta región alcanzan tamaños descomunales. Comprobamos los efectos de los incendios forestales…

Volvimos a las 14 horas, hambrientos y cansados, menos mal que Santos, el cocinero, ayudado por Nina y Lourdes tenían preparado patatas a la riojana, carne y tocinillo de cielo. Menudo banquete.
Por la tarde tocaba el taller de Etnografía, Mª Ángeles, la directora, fue a buscar al pueblo de Codesal al Señor Argimiro Crespo, que vino acompañado por su esposa la señora Piedad. Argimiro fue en su juventud arriero y como tiene una memoria prodigiosa conoce todas las leyendas, romances y canciones tradicionales de su comarca, La Carballeda, y también nos recitó poesías de las que él escribe. Durante dos horas nos tuvo escuchándole y lo hacía tan bien y tan bonito que ninguno de los asistentes se cansaba o aburría.

Después de la merienda y un tiempo libre preparamos la actividad del día siguiente con diapositivas y mucha información para no perdernos detalle en Sanabria.

Después de cenar sopas de ajo, chipirones rellenos en su tinta y natillas, hubo asamblea general porque en los días transcurridos unos cuantos alumnos (del otro grupo) se habían empeñado en no respetar las normas. Sus profesoras, después de pensarlo mucho, decidieron que siete de ellos al día siguiente volverían a sus casas. Cuando se les comunicó la decisión hubo mucho revuelo y como el ambiente estaba un poco tenso nos dejaron acostarnos más tarde. Por la noche, para no variar, los de siempre se empeñaron en hacer ruido.

Jueves 27: Como todos los días la música nos despertó a las 8’30 de la mañana. A las 10’15 cogimos el autocar. Primero pasamos por Cional, luego por Codesal, el roble del cementerio nos recordó la leyenda que sobre él nos contó el Señor Argimiro. Entre las historias de Benito y nuestras risas, llegamos a Asturianos, de extraña situación, pues la mitad de su plaza mayor pertenece a la región de la Carballeda y la otra mitad a la de Sanabria. Las casas sanabresas tienen las ventanas pequeñas y los tejados de pizarra.

Llegamos a Puente de Sanabria, conocido por su mercado de los lunes. Después en San Martín de Castañeda, visitamos la abadía cisterciense que da cobijo al Centro de Interpretación, en el que nos explicaron que el Lago de Sanabria y sus alrededores conservan en los granitos y neis las hullas del glaciarismo tan claramente que por eso ha sido declarado Parque Nacional.

Del calorcillo del interior del Centro salimos al frío y subimos al autocar. Por una carretera serpenteante llegamos a la Laguna de Peces, allí dimos un buen paseo hasta su borde y como había mucha nieve entramos en calor con los impactos de las bolas de nieve que llovían de todas partes. En la batalla hubo caídas y hasta roturas de pantalones.

Bajando pudimos observar los rebollos bien cubiertos de líquenes. Los estómagos se impacientaban. En Ribadelago Viejo paramos a comer cerca del río, los dueños de una pequeña taberna se vieron desbordados por la masa. Luego fuimos a la «Era del Concejo» y allí rodeando a un descomunal castaño, que alguno saludó a la manera de Edu, hicimos nuestro concejo particular, con leyendas sanabresas, escuchando lo que ocurrió el 9 de enero de 1959 cuando la presa mal construida se llevó la vida de 150 personas que a las doce de la noche dormían tranquilamente y hablando de nuestras cosas: críticas, felicitaciones y deseos.

Por la tarde en Puebla se Sanabria pudimos ver su castillo medieval de los Condes de Benavente y su iglesia románica. Tiempo libre y a casa.

Llegamos al Centro de noche, cenamos y, repartidos en los grupos organizados de antemano, describimos lo aprendido y realizamos un mural, bajo la supervisión de Gabi y María, las monitoras. Cada grupo tuvo que presentar a los demás lo que había hecho y nos divertimos viendo lo que a cada uno se le había ocurrido.

Al acostarnos echamos en falta a los compañeros que se habían tenido que ir.

Viernes 28: El colacao, el pan, las galletas, la mantequilla y la mermelada nos esperaban en el comedor. La naranja no la pongo porque casi nadie la tomó. En grupos pusimos a limpio las notas que cada día hemos ido tomando para realizar este diario. Fuimos al pueblo para acabar la visita que el lunes no pudimos completar, hoy el tiempo es magnífico. Aprovechamos para preguntar a las personas del pueblo sobre el número de habitantes, cuales son los platos típicos y también para aprender a saber la hora con el reloj de sol. Comida y tiempo libre.

Lo que cada grupo había investigado se lo contó a los demás, como siempre entre risas y juerga. A las 6 merendamos fruta y a partir de ese momento nos dedicamos a preparar la fiesta de despedida. La cena fue especial: entremeses variados, albóndigas con patatas y helado.

La fiesta comenzó a las 10. Todos estábamos menos la directora, las monitoras y las profesoras, cuando entraron… disfrazadas y comenzaron el espectáculo que tenían preparado, los espectadores no podíamos contener nuestras risas. Cuando pensábamos que con aquella actuación había acabado el espectáculo, un desfile de Drag-Queens sorprendió al público. El striptease posterior de jó con la boca abierta a profesoras y alumnas (a pesar de que no se desprendieron de ninguna prenda íntima). Bailes y juegos nos llevaron hasta la una de la mañana. Nadie quería dormir, era la última noche.

Sábado 29: al levantarnos no se notaba la alegría de otros días, era el de la partida, teníamos tristeza por irnos y separarnos de los chicos y chicas de Valladolid con los que habíamos compartido una semana y que se habían revelado como magníficos compañeros. No queríamos pensar en que después del desayuno cada grupo cogería caminos distintos.

Desayunamos, hicimos la encuesta de valoración de la semana y todos juntos la foto de grupo. Las lágrimas eran abundantes, las promesas de volver a verse también. Se intercambiaban las direcciones. Valladolid y Santander están cerca…

Por el camino paramos a comer en Aguilar de Campoo y llegamos a Santander a las 5 de la tarde. Las familias nos esperaban. Cada uno pensaba lo que había significado la semana y que teníamos nuevos amigos. Había merecido la pena.

Trabajo original