Primera salida cultural del IES Manuel Gutiérrez Aragón: Sábado 15 de noviembre de 1997. A las 9 horas de la mañana, el grupo de montaña M. Gutiérrez Aragón de Viérnoles emprende la primera excursión del curso. Esta vez el objetivo está en el pueblo de Silió, en el Valle de Iguña.

Como siempre que iniciamos una salida de estas características, hay buen humor y ganas de emprender la marcha a pesar del pequeño madrugón. Esta vez, no es el Instituto el objetivo final de nuestra ruta, sino el disfrutar de una buena jornada visitando algunos de los valles y montes más admirables que enmarcan el Valle del Besaya. También la composición de nuestro grupo es bastante peculiar: una decena de alumnos y unos 12 profesores. Hay que rendirse a la evidencia y reconocer que los «profes» predican con el ejemplo en esto de la visión ecológica de la vida.
Nos concentramos en la estación de FEVE, en el centro de Torrelavega. Allí tomamos un autobús que nos llevaría a Sel de la Carrera.

La marcha comenzó abordando algunos pequeños pueblos situados a más de 500 metros de altura sobre el nivel del mar, en la ruta que se dirige al Puerto del Escudo y la ciudad de Burgos.
El día acompañó nuestra marcha con un sol espléndido, y que agradecimos, hasta alcanzar la cima de Cueto Redondo. Sin embargo, a partir de aquí el fuerte viento de cara comenzó a hace más difícil la progresión. Encontramos en nuestro camino los restos de una muralla que formaba parte de un antiguo campamento establecido por los romanos para asediar al castro cántabro dispuesto en el monte Espina del Gallego, a 965 metros de altitud. Una interesante lección de historia para poder analizar las condiciones de vida que afectaban a nuestros antepasados. Las chozas en que moraban estas gentes se sostenían sobre unas pequeñas pilastras asentadas en socavones que aún hoy pueden distinguirse.

Aprovechamos la visita al castro para almorzar y reparar fuerzas. Seguidamente, nos pusimos en dirección a Silió, nuestra meta final, pasando por La Redonda, un monte a 678 metros de altitud. Un poco más lejos pudimos presenciar el pico de El Cantón, aunque quedaba ya fuera de nuestra ruta. Nos llamó la atención especialmente el hecho de que se encontrase en su falda una bandada de buitres alimentándose. Al notar nuestra presencia remontaron el vuelo. Continuamos nuestra marcha hasta llegar, por fin, al caer la tarde a Silió, un precioso pueblo de origen medieval donde se encuentran joyas arquitectónicas tan interesantes como el antiguo monasterio de los Santos Facundo y Primitivo, construido a mediados del siglo XII y una de las mejores muestras del Románico del valle del Besaya.
De este monasterio sobresale la fábrica del ábside, de grandes dimensiones, con las tres ventanas que simbolizan a la Santísima Trinidad y una amplia arcada ciega que recorre toda la parte inferior. Es evidente en las muestras arquitectónicas la influencia de la colegiata de Santillana. Bajo el coro de este monasterio aún se conserva el sepulcro gótico de Juan García de Bustamante.
Y así, poco a poco, se nos fue el día a los excursionistas del Gutiérrez Aragón. En Silió nos esperaba de nuevo el autobús para retornar a nuestro centro de partida. Dejamos atrás esa visión magnífica del valle del Besaya, los prados llenos del verdor intenso de Cantabria y los montes escarbando en el cielo plomizo del otoño la última luz del día. Con la nostalgia de una jornada inolvidable, nos estiramos a nuestro gusto en los asientos del autobús pensando en lo corto que se hace lo que se disfruta con verdadero deleite. ¡Ahora, a preparar la próxima salida!

Trabajo original