Desde la biblioteca escolar del IES Ataúlfo Argenta de Castro Urdiales se realizó el concurso ‘Cartas a los Reyes Magos’ para celebrar la Navidad.  Se trataba de escribir cartas especiales y mágicas en las que, por un año, intentáramos no pedir nada material sino algo más importante: deseos, sentimientos… una bella reflexión sobre aquellas cosas que realmente importan.

El formato era libre y se premiaba también la presentación y la originalidad. Hubo una gran participación y las ganadoras fueron Iria San Miguel, alumna de 1º B, y Paula Fernández, estudiante de 2º de Bachillerato. Algunas alumnas se acercaron a la biblioteca a recibir un detalle y un diploma por su participación y se sacaron una foto con las ganadoras con su merecido premio.

 

CARTA DE IRIA SAN MIGUEL

Queridos Reyes Magos:

Este año, ya que soy bastante mayor y además ya tengo suficientes cosas… he decidido no pedir objetos materiales sino que voy a pedir deseos, más bien, cosas como la paz o la alegría. Puede que sea mucho para vosotros pero, al fin y al cabo, sois magos. Así que…

Lo primero sería ayudar a los más desfavorecidos. Se podría hacer un acto del estilo de Robin Hood. Quitar un poco a muchos ricos y repartirlo entre los más pobres. Así se conseguiría que menos personas muriesen por desnutrición o por deshidratación.

También me gustaría que todo el mundo estuviera en paz, sin guerras ni armas. Además, en clase hemos leído un libro sobre un niño africano que quiere llegar a España. En una de las partes de la historia te hace ver el estado de las vidas de niños en zonas de guerra y, la verdad, no son muy buenas.

Y esto es todo, que no es poco. Espero que lo consigáis.

Atte. Iria San Miguel

Carta ganadora de Iria San Miguel.

 

CARTA DE PAULA FERNÁNDEZ

Queridos Reyes Magos:

Por primera vez en mi vida quiero pediros algo que no sea material.
Que no me llene las manos, sino el corazón.
Que no me tape cicatrices, sino que las cure.
Que no me esconda el color, sino que me haga olvidarlo.

Por primera vez en mi vida, quiero sentir que puedo sonreír de verdad. Y espero que podáis ayudarme.

Sinceramente, hay muchas cosas que me encantaría pediros y que probablemente arreglarían el mundo o, al menos, lo harían un poco mejor, pero, quizá, debería empezar con calma.

O bueno, quizá no. Al fin y al cabo, esta es una carta de deseos.

Este año quiero una pizca de felicidad, un poco de suerte de un trébol de cuatro hojas, algo de seguridad proveniente de la madera y que me mantenga con los pies en la tierra y, por último, unas chispas de magia del polvo de hadas que me hagan seguir creyendo en ellas.

Vayamos en orden.

La felicidad es un sentimiento abstracto imposible de describir con palabras exactas cuando lo experimentamos, y más difícil aún de expresar cuando no lo hacemos. Es ese sentimiento que todo ser humano anhela, que debería ser inolvidable.
Eterno.

Es ese sentimiento que hace palpitar nuestro corazón con más fuerza, que consigue que tengamos la sensación de que la sangre es tinta corriendo por nuestras venas, que nos empuja a querer escribir la mejor historia jamás contada.

La suerte, por otro lado, es la fuerza que determina que las cosas sucedan de una manera y no de otra. En este caso, entiendo que sea algo complicado de entregar por lo que pueda causar en malas manos. Por lo que pueda perjudicarnos en vez de ayudarnos.
Bien, de acuerdo.
Como plan B, ¿qué tal algo de éxito?
Éxito para seguir luchando por mis objetivos y llegar a conseguirlos.
Éxito para no rendirme.
Éxito personal y, casi diría, éxito mental.

Oh, parece que lo siguiente es la madera. La seguridad de la madera. Y, bueno, está bastante relacionado con lo anterior, realmente.
Supongo que conocéis ese dicho de “toco madera” cuando quieres repeler la mala suerte. Digamos que yo no sólo lo quiero por eso.
Lo necesito para sentir que siempre estaré segura. Conforme conmigo misma, con lo que estoy haciendo. Para sentir que nada me convertirá en aquello que no soy. Para que el éxito me ayude y no me haga perder mi esencia.

Y, por último, la magia. ¿Quién no querría magia, siendo sinceros? ¿Una varita y un hechizo?

Pero, en realidad, yo lo pido en sentido metafórico.
Siempre he creído en ella, en su poder.

Y sí, quizá es algo infantil. Sin embargo, yo quiero ser como Peter Pan y no perder mi niña interior. Quiero vivir en el País de Nunca Jamás.

El caso es que quiero magia para dársela a todas aquellas personas que son incapaces de creer. De creer que todo puede ir a mejor. Que la vida está para sonreírla y no para sufrirla.

Quiero que se encuentren la manera de sonreír sin hacerse daño, sin que les sangren los recuerdos y sin que se les abran las heridas.

Quiero que el mundo encuentre la manera de unirse, de recibir y entregar felicidad. De que la balanza se iguale. De que seamos uno.

Entiendo que sea complicado y que, probablemente, os cueste ayudarme con mis deseos. Guardadlos para otros años, para cuando sí podáis hacerlos realidad. Por favor.

De momento, con que hagáis un poquito más fácil la vida de todos aquellos que sufren, podré sentirme contenta. Realizada.
Ayudadles a mancharse las manos de tinta y no de sangre, a limpiarse las heridas con gotas de lluvia y no con chispas de alcohol.
Ayudadles a no prestar atención al sonido de las agujas del reloj.
El tiempo no existe.
Tic tac.
No existe.
Tic tac.
Sólo nosotros lo hacemos.
Tic tac.
Disfrutemos.

Queridos Reyes Magos, regalad una pizca de amor, por favor, y a partir de ahí, todo lo demás será más fácil.

Gracias

                   Paula Fernández. 2º de Bachiller.